En la más reciente gala de «Supervivientes 2025», una vorágine de emociones y estrategias sacudió a los espectadores en una noche llena de sorpresas y revelaciones impactantes. Con la unificación del concurso a la vuelta de la esquina, la tensión en el ambiente alcanzó su punto álgido, evidenciando que en la isla no solo se lucha por la supervivencia física sino también por la estrategia y las alianzas.
La jornada estuvo marcada por una serie de nominaciones clandestinas orquestadas por los residentes de Playa Misterio: Manuel, Makoke, Gala y Nieves, quienes, desde la sombra, ejercieron un poder decisivo al nominar en secreto a cuatro de sus antiguos compañeros, causando un giro inesperado en el juego. Makoke no dudó en nominar a Joshua debido a los roces previos, mientras que Gala escogió a Carmen, aún resentida por ciertas fricciones pasadas. Manuel, algo indeciso, optó por Montoya, y Nieves, con una táctica más meditada, nominó a Almácor.
La competición por el liderazgo no se quedó atrás, con Anita y Damián emergiendo como los líderes de sus respectivas playas, garantizándoles no solo inmunidad sino también la facultad de nominar directamente. Anita optó por Álex, aludiendo a su falta de iniciativa y participación. Damián escogió a Montoya, destacando su popularidad y fuerza como factores que podrían influir en las votaciones futuras.
Las reacciones ante las nominaciones generaron tensiones entre los concursantes. Laura Cuevas, especialmente señalada por su actitud menos colaborativa según sus compañeros, mantuvo la calma pese a las adversidades. Por otro lado, en Playa Calma, las disputas entre Pelayo, Carmen y Montoya añadieron más leña al fuego, culminando en la nominación colectiva de Carmen Alcayde.
Así, Laura Cuevas, Álex Adróver, Carmen Alcayde y Montoya quedaron nominados para la expulsión, dejando su destino en manos del público. Con los días contados para la última expulsión de Playa Misterio y la anticipada unificación, la expectativa es alta. El ritmo frenético del juego demostró, una vez más, que en «Supervivientes», la arena de la competencia es tan cambiante como el mismo mar.