En un dramático giro de eventos que retumbó en la noche del martes, Israel se vio sometido al mayor ataque con misiles balísticos lanzados por Irán en su historia. Los habitantes de varias ciudades israelíes recibieron advertencias a través de sus teléfonos alrededor de las 19:30, instándoles a buscar refugio inmediatamente. Lo que siguió fue una tensa noche iluminada por los destellos de más de 200 misiles intentando perforar el escudo defensivo israelí.

Afortunadamente, la eficacia del sistema de defensa antimisiles de Israel, conocido como la Cúpula de Hierro, logró interceptar la mayoría de los proyectiles, evitando así víctimas mortales. Este ataque superó en magnitud al que Irán protagonizó en abril, marcando una escalada preocupante en las tensiones entre ambos países.

Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, calificó el ataque de «grave error» por parte de Irán, prometiendo represalias significativas. Este miércoles, su gobierno respondió con el anuncio del despliegue de más tropas hacia el Líbano, en una operación que se anticipa como intensa y posiblemente prolongada.

La escalada no solo afecta a Israel. Beirut también ha sufrido las consecuencias de este conflicto, evidenciando la compleja dinámica en el Líbano, donde las acciones israelíes son vistas tanto como agresión como un recordatorio de la poderosa presencia militar que Israel mantiene sobre la región.

Netanyahu ha sido claro en su intención de ampliar las operaciones israelíes en Oriente Medio, una postura que ha causado alarma entre los actores regionales y la comunidad internacional. El conflicto con Irán, en particular, parece estar entrando en una fase nueva y peligrosa, con Teherán mostrando su capacidad de proyectar fuerza más allá de sus fronteras y Israel decidido a responder con firmeza.

El conflicto también ha provocado una reacción notable de Estados Unidos, donde Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional, ha reafirmado su apoyo a Israel, subrayando el compromiso de Washington con la seguridad israelí e indicando posibles acciones coordinadas en respuesta al ataque iraní.

Entre tensiones militares y políticas, la situación en Israel y Líbano sigue siendo fluida y altamente volátil. La comunidad internacional observa con aprehensión, esperando una resolución que evite un conflicto a gran escala en una región ya marcada por décadas de inestabilidad. Mientras tanto, en las calles de Israel y Líbano, la población civil se prepara para lo que pueda venir, atrapada en el fuego cruzado de una enemistad que parece lejos de resolverse.

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