En un momento en que las series sobre leyes y abogados parecían haber tocado techo, llegó a las pantallas «Cómo defender a un asesino» para sacudir los fundamentos del género. Atrás quedaron los abogados infalibles y los casos predecibles; en su lugar, Peter Nowalk, de la mano de la productora Shondaland de Shonda Rhimes, introdujo a Annalise Keating, interpretada magistralmente por Viola Davis. Annalise no es una abogada cualquiera; es una profesora de Derecho que empuja a sus alumnos a ir más allá de lo que dictan los libros, a adentrarse en las complejas aguas de la moralidad y a cuestionar el mismo sistema que están aprendiendo a navegar.
La serie, que es un torbellino de emociones y desafíos legales desde su primer episodio, explora la delgada línea entre lo legal y lo moral y pone a prueba constantemente los límites de sus personajes. Wes Gibbins, Michaela Pratt, Connor Walsh, Laurel Castillo y Asher Millstone son estudiantes que pronto se ven inmersos en casos que los obligan a confrontar sus valores y cuestionar su humanidad. Lo que comienza como un ejercicio académico, rápidamente se convierte en un asunto de vida o muerte, de verdad y de justicia, donde el fin parece justificar los medios.
La serie, un fenómeno que redefinió el género del drama legal durante sus seis temporadas en emisión, ha sido un campo de juego donde Nowalk y Rhimes han podido experimentar con giros argumentales inesperados y complejas tramas que mantienen a los espectadores en vilo. La capacidad narrativa de «Cómo defender a un asesino» ha sido clave en su éxito, convirtiéndola en más que un simple show de televisión; es una reflexión sobre el sistema legal, la ética y hasta dónde está dispuesto a llegar el ser humano por defender sus convicciones.
Con su inminente salida de Netflix el próximo 23 de noviembre, los seguidores de la serie se enfrentan a la posibilidad de un adiós definitivo. Esta despedida no solo significa el fin de una fuente de entretenimiento, sino también de un espacio que ha provocado importantes conversaciones sobre la justicia, la verdad y la condición humana. Viola Davis, cuya interpretación de Annalise Keating le valió un Emmy en 2015 como Mejor actriz en una serie dramática, ha sido el corazón de la serie, dotando a su personaje de una intensidad y vulnerabilidad que han echado por tierra los estereotipos del género.
Mientras tanto, en otros frentes, figuras como Lyle y Erik Menendez continúan siendo objeto de fascinación y análisis, gracias a producciones como «Monstruos» de Netflix, mientras Belén Esteban lanza comentarios sobre Georgina en anticipación a la tercera temporada en Netflix, mostrando cómo el mundo del entretenimiento sigue girando, presentado nuevas narrativas y reexaminando historias pasadas bajo nuevas luces. En este dinámico panoramas, series como «Cómo defender a un asesino» dejan un legado difícil de superar, transformando la forma en que el público ve el drama legal y lo que espera de él.