Despedida emotiva en «Sueños de Libertad»: Un personaje adorado deja la serie número 1

La capacidad de Ruíz en Sueños de Libertad para diferenciarse del resto de personajes consistía en que, a pesar de que trabajaba al mejor postor, siempre tenía una línea roja que no se dejaría cruzar. Cuando Damián comete el error imperdonable –una imprudencia que el detective, ajeno a la conciencia ajena, no toleraría-, decide dar por terminado su contrato, como una forma de poner de manifiesto que el dinero no compra la lealtad. Esa decisión lo hizo pasar, de ser desde el primer momento un mercenario, a ser respetado incluso por los suyos, sus enemigos.

Su labor de investigación no solo tuvo consecuencias para Don Pedro, sino que hizo tambalear a más de un personaje. Él mismo, Ruíz, fue quien empezó a sacar las fotografías comprometedoras de Marta y de Fina, dejando al descubierto uno de los conflictos más arraigados de la temporada, y su propia agudeza para poner en jaque a Irene, quien, en determinada ocasión, también había sospechado.

El irónico giro de los acontecimientos fue que fue ella quien le puso al descubierto, cerrando un arco que terminaba de forma impactante y satisfactoria. Aunque la mayor contribución de Ruíz fue invisible: cambió las reglas del juego. Antes de Ruíz, la impunidad existía, los personajes tenían la certeza de que sus secretos estaban bien guardados.

El personaje ha dejado su huella en el público. En una historia que se movía a gran velocidad por las pasiones más arrolladoras y por las más sangrientas venganzas, él era algo raro: era la frialdad calculadora. No gritaba, no lloraba, pero lo que decía pesaba más que un grito. Los seguidores celebraban la elegancia con que manejaba las situaciones más peligrosas, siempre un paso por delante. Su estilo casi minimalista rompía con el melodrama de la serie y lo convertía en un refrescante soplo de aire.

¿Qué dice su legado sobre Sueños de libertad? Que incluso en una telenovela, los personajes grises pueden llegar a ser los más memorables. Ruíz nunca fue del todo bueno ni del todo malo, y eso lo hacía real. Su muerte no es sólo una pérdida para la historia, sino un recordatorio de que las mejores historias son aquellas en las que los personajes superan su papel.

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