La fiscal del distrito sur de Nueva York, Maurene Comey, ha sido destituida de su cargo tras casi diez años en la Fiscalía de Manhattan, donde se hizo notable por su trabajo en casos de alto perfil, como el del delincuente sexual convicto Jeffrey Epstein y su exasistenta Ghislaine Maxwell. Su despido ha generado controversia, especialmente porque Comey formó parte del equipo que presentó cargos de tráfico sexual de menores contra Epstein en 2019, poco antes de su muerte en prisión.
Aunque las razones de su destitución no han sido reveladas, se enmarca en un contexto de críticas hacia la fiscal general estadounidense, Pam Bondi, por la falta de transparencia en el manejo de la investigación que involucra a Epstein. El caso ha sido objeto de tensión política, con el expresidente Donald Trump pidiendo que se detuvieran las pesquisas, acusando a sus detractores de utilizarlo para desestabilizar su gobierno.
Voces del movimiento MAGA han aumentado la presión sobre Bondi, especialmente tras la conclusión del FBI y el Departamento de Justicia de que no existen pruebas de una «lista de clientes» relacionada con Epstein, lo que ha alimentado la especulación sobre la naturaleza de su red de tráfico de menores. La salida de Comey podría verse como un eslabón más de una cadena de eventos que refleja la compleja intersección entre política, justicia y las implicaciones de un caso que sigue resonando en la opinión pública.
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