En lo que marcó el primer round oficial cara a cara rumbo a la batalla por la presidencia de los Estados Unidos, el debate entre Joe Biden y Donald Trump se convirtió en motivo de preocupación para el Partido Demócrata. La noche estuvo plagada de titubeos por parte de Biden, generando una oleada de críticas y comentarios tanto de la prensa estadounidense como en las redes sociales, donde se catalogó el evento como «doloroso» de presenciar.
Los dos contendientes, con una marcada rivalidad que trasciende lo político, se presentaron en un estudio de CNN en Atlanta, sin intercambiar un saludo inicial, lo que presagiaba la tensión que se viviría durante los 90 minutos siguientes. La ausencia de cordialidad fue tan solo el preludio de un evento que evidenció las enormes dificultades de Biden para mantenerse articulado y coherente, dejando a un Trump locuaz jugar en su campo favorito: el ataque frontal.
El desempeño de Biden fue notablemente afectado por una gripe, la cual hizo mella en su fluidez durante el debate, especialmente al hablar sobre temas cruciales como el sistema de salud y la crisis migratoria. Frases incongruentes y respuestas interrumpidas fueron la tónica del presidente, quien en un punto llegó a decir: “finalmente vencimos a Medicare”, desatando confusión y sarcasmo por parte de Trump, quien no dudó en resaltar y ridiculizar cada tropiezo de su oponente.
Estos tropiezos verbales fueron rápidamente capitalizados por Trump, quien no solo se mofó de Biden sino que también lo atacó en temas sensibles como la economía, la crisis de Afganistán y la inflación. Mientras Biden intentaba resaltar los logros de su administración, Trump contraatacaba destacando los puntos flacos de su gestión, resonando en especial su crítica a cómo la inflación está afectando a las familias afroamericanas.
Uno de los momentos más tensos del debate fue cuando Biden trató de defender la honorabilidad de su hijo Beau Biden frente a comentarios despectivos de Trump hacia los veteranos de guerra. En medio de acaloradas reprimendas, las palabras de Biden buscaban golpear la ética de Trump, aunque este último desviaba ingeniosamente el argumento hacia su campaña electoral.
La reacción en redes sociales no se hizo esperar, con numerosos usuarios y analistas políticos comentando sobre el declive en el desempeño de Biden, interpretando sus titubeos y errores como signos de una posible declinación mental asociada a su edad. Esta percepción generalizada no solo sembró dudas sobre la capacidad de Biden para continuar liderando el país, sino que también encendió alarmas dentro de su propio partido.
La vicepresidenta Kamala Harris trató de minimizar la situación aludiendo a un «comienzo lento» por parte de Biden, pero las sugerencias de que el actual presidente podría hacer espacio para un nuevo candidato en la convención de agosto parecen cobrar fuerza entre las filas demócratas.
Este debate, lejos de ser un simple intercambio de ideas, ha dejado ver las fisuras y vulnerabilidades no solo entre los candidatos sino dentro de los mismos partidos, previendo una carrera hacia las elecciones del próximo 5 de noviembre llena de incertidumbres. Con la atención nacional e internacional puesta en estos dos titanes políticos, los próximos meses prometen ser decisivos en el diseño del futuro político estadounidense.