En un suceso que ha sacudido no sólo a Washington sino a la comunidad internacional, dos ciudadanos israelíes, empleados de la embajada de su país en Estados Unidos, fueron brutalmente asesinados justo a las afueras del Museo Judío de Washington. El ataque, que tuvo lugar la noche del miércoles alrededor de las 21:05 hora local, ha sido catalogado por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, como un «acto antisemita», exacerbando las tensiones en un momento ya de por sí volátil entre Israel y Estados Unidos.
Las víctimas, identificadas como Yaron Lischinsky, de 30 años, y Sarah Milgrim, de 26, se encontraban en un acto organizado por el Comité Judío Americano (AJC) en el momento del ataque. La tragedia agregó una dimensión personal profunda, dado que ambos mantenían una relación sentimental y tenían planes futuros que incluían un viaje a Jerusalén, donde Lischinsky tenía la intención de proponer matrimonio a Milgrim.
El presunto autor del atentado, Elías Rodríguez, de 30 años, es un filólogo con antecedentes académicos y profesionales aparentemente alejados de la violencia. Rodriguez, sin antecedentes penales, sorprendió no solo por la brutalidad del acto, sino también por no haber mostrado previamente indicios de radicalización o violencia, lo que hace que el motivo detrás del ataque sea aún más desconcertante.
Testigos del hecho relataron cómo Rodríguez, tras realizar los disparos mortales, intentó mezclarse con el público del evento, actuando durante unos diez minutos como si fuera un espectador más y participando en los esfuerzos inicialmente desorientados de reacción al ataque. Sin embargo, fue finalmente detenido por las autoridades, donde al ser arrestado, Rodríguez exclamó «¡Palestina libre!», un grito que avivó las llamas de la especulación sobre el trasfondo político o ideológico del crimen.
La investigación en curso ha revelado vínculos previos de Rodríguez con el Partido Socialista y de Liberación (PSL), aunque cualquier conexión directa con el acto violento ha sido negada por la organización. Mientras tanto, el asesinato ha amplificado las voces críticas hacia la Unión Europea por parte de Israel, acusándola de complicidad en un clima de antisemitismo, debido a su postura sobre la ofensiva militar en Gaza.
Este lamentable suceso no solo pone de relieve las crecientes tensiones geopolíticas sino que también desafía la percepción del concepto de ‘genocidio’ en Estados Unidos, en un momento en que más de 53.000 palestinos han perdido la vida en Gaza desde octubre de 2023. En medio de esta tragedia, se abre un amplio abanico de preguntas sobre las motivaciones de Rodríguez, las posibles fallas en la seguridad y las repercusiones a largo plazo de este acto en las ya de por sí frágiles relaciones israelí-estadounidenses y en la política global hacia el conflicto palestino-israelí. Con Rodríguez detenido, el mundo espera respuestas mientras contempla las ramificaciones de este acto de violencia en el tentativo escenario de paz y seguridad internacional.