La última gala de Bailando con las estrellas dejó un eco de emociones y divisiones entre los espectadores, centrándose especialmente en Anabel Pantoja, cuya permanencia en el programa ha generado controversia. A pesar de que las semifinalistas anunciadas por Telecinco incluían a nombres como Nerea Rodríguez y Blanca Romero, fue Pantoja la que acaparó la atención. Su continuidad, sostenida por el voto del público, levantó una tormenta de críticas en redes sociales, con acusaciones de manipulación entre los espectadores.
Consciente del revuelo, Anabel decidió abrirse en un extenso mensaje en Instagram. Reflexionó sobre su trayectoria en el programa, el apoyo que ha recibido y la complejidad de competir frente a compañeras de talento indiscutible. «Algunos no entenderán por qué sigo en el programa cuando hay compañeros que bailan el triple mejor que yo», admitió, mostrando una vulnerabilidad que resuena con muchos de sus seguidores.
La gala, desde su inicio, estuvo distendida pero cargada de tensión. La actuación de Anabel, una samba sobre el emblemático Crazy in love de Beyoncé, fue su intento de desplegar sensualidad y confianza. Durante los ensayos, se había propuesto «darlo todo» y mostrar su figura de una manera que le resultara empoderante. Sin embargo, la crítica no tardó en llegar. Aunque Julia Gómez Cora, una juez conocida por ser dura, ofreció una valoración un poco más amable esta vez, ni su apoyo ni el de otros miembros del jurado lograron ocultar las limitaciones que ella misma sentía en comparación con sus compañeras.
A pesar de estos juicios, el pueblo decidió. Los votos del público llevaron a Anabel a la semifinal, lo que causó una reacción inmediata en las redes. Muchos consideraron que su salvación fue injusta, sobre todo tras la eliminación de competidoras tan duras como Tania Medina y Nona Sobo. Las redes no se hicieron esperar, cuestionando la transparencia del sistema de votaciones.
En su mensaje, Anabel fue clara: la noche de la gala la había dejado con un profundo sentido de tristeza, viendo el sufrimiento de sus amistades en la pista. «No me gustaría joder el sueño de alguien», expresó, reflejando un dilema entre la gratitud por el apoyo que ha recibido del público y la carga emocional que siente respecto a su lugar en la competición.
La introspección no se detuvo allí. Anabel reconoció que, si dependiera únicamente de ella, ya estaría viendo el programa desde la comodidad de su hogar. «Os juro, que si por mí fuera, yo estaría ya viéndolo todo desde casa», compartió, revelando una inseguridad que parece perseguirla en cada paso. Sin embargo, también destacó la importancia del cariño recibido: su agradecimiento al público es palpable, así como la esperanza de que los votos que recibe sean un reflejo del apoyo que la audiencia siente por ella.
La noche también tuvo su lado más humano. En un momento emotivo, Anabel dedicó su baile a su familia, con quien comparte los altibajos de su vida. «Son mi familia, con los que sufro, río y estoy viviendo esta etapa», comentó, casi al borde de las lágrimas. Este reconocimiento de su realidad familiar en medio de la competencia da un matiz emocional a su presencia en el programa.
Mientras las críticas, elogios y dudas continúan, Anabel se prepara para la semifinal, reafirmando que no busca ser la mejor bailarina, sino una concursante agradecida y honesta. Su historia, llena de desafíos, recuerda a otras competidoras que, a pesar de las adversidades, han sabido conquistar el corazón del público. La próxima gala determinará su futuro en la competición. Sin embargo, lo que ya es evidente es que Anabel ha logrado generar un debate en torno a su participación que, como pocas, han dejado huella en la memoria del espectador.

















