María Victoria y José Carlos intentaron encontrar la conexión que todos anhelamos en una cita. Sin embargo, la velada en First Dates no estuvo exenta de desafíos, especialmente para la psicóloga de Albacete, quien llegó visiblemente nerviosa. Desde el momento en que cruzó la puerta, dejó claro que era una persona extremadamente sensible, pero también aventurera,. Su historia de haber superado agorafobia en el pasado se entrelazaba con su deseo de encontrar el «amor de su vida».
A pesar de su disposición, la primera impresión no fue la esperada. María Victoria confesó que la apariencia de José Carlos, un alicantino de 60 años, no era lo que había anticipado. «No me lo esperaba así», dijo, refiriéndose a lo que percibió como una diferencia de estatura. La timidez continuó marcando la pauta de la cita, desafiando el ambiente que se esperaba.
José Carlos, por su parte, intentó aliviar la tensión con comentarios halagadores. Sin embargo, cada cumplido solo acentuaba el desasosiego de María Victoria, quien se retorcía en su silla al escuchar palabras como «me encantas» o «eres atractiva e inteligente.» Cada afirmación era un recordatorio de su propia incomodidad, y respondía con un enérgico: «¡De mí no hables!» en un intento de redirigir la conversación.
A pesar de la inestabilidad emocional de la cita, hubo momentos que lograron romper el hielo. José Carlos hizo un gesto que sorprendió a María Victoria: cambió de sitio para que ella tuviera mejor vista del restaurante. Este detalle, aunque pequeño, le permitió «sumar puntos» y abrir la puerta a un interés genuino. A medida que avanzaba la conversación, la tensión comenzó a aflojarse y la conexión pareció surgir.
Bailar juntos en un rincón íntimo del restaurante fue el clímax de la velada. Aunque todavía se sentía un tanto cortada, María Victoria empezó a disfrutar del momento. Se permitió unos destellos de despreocupación, una señal de que estaba comenzando a abrirse.
Sin embargo, la decisión final llegó con altas expectativas. Una vez más, José Carlos mostró su interés al buscar múltiples citas, pero la respuesta de María Victoria fue contundente: «Como pareja, no, pero como amigo me has encantado. No he sentido mariposas, lo siento.» La complicidad estaba presente, pero los marcos de una relación amorosa no lograron encajar.
A pesar de la incertidumbre, la cita se cerró con un entendimiento que reflejó la realidad de las relaciones: no siempre se trata de un romance inmediato, sino también de amistades sinceras que pueden nacer entre el nerviosismo y la conexión auténtica.