En 2016, el Gobierno alemán lanzó una inquietante pregunta que resonó en la sociedad: «¿Y si mañana hubiera una guerra?» Aunque las autoridades reconocieron que un ataque eran poco probable, instaron a la población a prepararse con suministros de agua y alimentos. La reacción no se hizo esperar; las redes sociales se inundaron de críticas y memes bajo el hashtag #Hamsterkäufe, reflejando la incredulidad de muchos hacia la situación planteada.
Años después de esta iniciativa, la invasión de Rusia a Ucrania ha cambiado drásticamente el panorama de seguridad en Europa, y Alemania, con un pasado bélico que aún pesa, está ajustando su enfoque. Recientemente, el Gobierno ha propuesto un incremento en el gasto en Defensa y la reintroducción del servicio militar obligatorio. En una medida más excéntrica, el ministro de Agricultura sugirió el establecimiento de una reserva nacional de alimentos enlatados, como raviolis y lentejas, instando a la población a reflexionar sobre la seguridad alimentaria en tiempos de crisis.
Este renovado sentido de urgencia tiene eco en la percepción pública, que ahora reconoce la necesidad de prepararse para posibles conflictos. A pesar de la broma sobre la provisión de raviolis, es evidente que los alemanes están más conscientes de la realidad actual. Con un potencial aumento de las solicitudes para unirse a las fuerzas armadas, el país se enfila hacia una transformación donde la defensa y la seguridad alimentaria están entrelazadas, buscando fortalecer no solo su ejército, sino también la cohesión social en momentos inciertos.
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