Un descubrimiento recientemente revelado ha dejado asombrados tanto a arqueólogos como a historiadores y entusiastas de la arquitectura medieval. Se trata de unos «grafitis escondidos» hallados en el cimborrio de la Catedral de Santa María y San Julián de Cuenca, cuya similitud con los planos de la girola de la Catedral de Burgos podría significar un vínculo histórico entre ambos templos.
Este descubrimiento, que emergió durante trabajos de rehabilitación en el claustro y la torre del cimborrio en 2009, sale a la luz tras un profundo estudio por parte de expertos. El arqueólogo e historiador Santiago David Domínguez ha sido quien ha revelado que, al eliminar las maderas que apuntalaban y sostenían la torre del cimborrio para prevenir su colapso, se descubrieron los dibujos tras el desplome de la torre del Ángel a principios de siglo.
El «plano muy raro» grabado en una de las paredes revelaba la cabecera de una iglesia con girola. Tras compararlo con plantas de catedrales hispanas medievales, se evidenció que reproducía fielmente la disposición de la girola de la Catedral de Burgos. La hipótesis sugiere que el arquitecto responsable de la segunda fase de la obra de la Catedral de Cuenca es el mismo maestro que ideó la Catedral de Burgos: el Maestro Enrique.
Pese a que el nombre del arquitecto encargado en Cuenca no estaba documentado, el descubrimiento de los grafitis proporciona pruebas irrefutables de que el Maestro Enrique inició en Cuenca lo que luego se convertiría en una pieza maestra en Burgos. Domínguez resalta que la similitud en distintas estructuras de ambos edificios fue crucial para entender que compartían no solo maestro sino también obispo, siendo Mateo Reinal la figura clave en ambos proyectos.
Más allá del hallazgo significativo de la girola, se encontraron otros dibujos y símbolos en el cimborrio, incluyendo ejercicios de geometría y diseños de diferentes épocas, así como inscripciones religiosas y fechas.
La historia de la Catedral de Santa María y San Julián de Cuenca, que data de la post-Conquista Cristiana de la medina islámica en 1177, se ve así enriquecida. Las investigaciones han permitido confirmar la existencia de ruinas de la Mezquita Mayor de la Cuenca Islámica debajo de la actual catedral, ofreciendo un relato arquitectónico que se extiende a través de diversas fases históricas.
Domínguez también destacó la característica peculiar de la catedral, que, colgada a semejanza de los íconos de la ciudad, se ha visto obligada a expandirse en capillas que se suspenden sobre la muralla debido a la limitada disponibilidad de espacio a causa de la hoz del Huécar.
Este «gran descubrimiento» añade valor e interés a la Catedral de Cuenca, cuyas salas se espera reciban cada vez más visitantes. Se tiene la intención de dar a conocer estos hallazgos y otros espacios hasta ahora ocultos o menos estudiados, aunque el acceso al cimborrio sigue siendo un reto pendiente. Aunque no todas las áreas son accesibles al público, se está trabajando para abrir gradualmente estos espacios desconocidos y dar a conocer más sobre las joyas arquitectónicas que guarda la ciudad de Cuenca, concluyó Domínguez.