Una joven familia en la localidad rural de Micăuți enfrenta el invierno con renovada esperanza gracias a la rehabilitación energética de su hogar, un proyecto impulsado por la Unión Europea. Con el costo de la calefacción en alza, Tudor, el padre de la familia, expresa su alivio al mencionar que el año pasado pagaban 300 euros mensuales solo en gas. Este cambio no solo mejora su calidad de vida, sino que también representa el primer paso en un esfuerzo más amplio para rehabilitar 180 hogares en Moldavia, donde el salario mínimo apenas llega a 270 euros.
La iniciativa, denominada Energía para Moldavia (E4M), busca disminuir la dependencia energética del país, especialmente tras abandonar las importaciones rusas. Las circunstancias geopolíticas han sido complicadas, y el conflicto en Ucrania ha elevado el costo de la energía. Este cambio necesario se complementa con el apoyo económico de la UE, que cubre el 50% del costo del proyecto, mientras el Estado moldavo y las familias asumen el resto. En un contexto donde el ahorro energético puede llegar hasta un 70%, esta intervención tiene el potencial de transformar no solo hogares, sino también el futuro económico del país.
Sin embargo, la realidad que enfrenta Moldavia es compleja y va más allá de los esfuerzos por modernizar la infraestructura energética. Con una población de 2,5 millones, el país también lidia con la influencia de la desinformación y la manipulación política, que amenazan su camino hacia la integración europea. A pesar de los avances significativos hacia la adhesión a la UE, queda mucho por hacer en términos de justicia y sostenibilidad para lograr el objetivo de convertirse en miembro de pleno derecho para 2030. Mientras tanto, los moldavos como la familia de Micăuți continúan esperando un cambio positivo en sus vidas.
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