En medio de las intensas arenas de Honduras, algunos concursantes de Supervivientes All Stars han levantado la voz. En una reciente gala, Miri Pérez-Cabrero, Alejandro Albalá, Carlos Alba y Noel Bayarri expresaron su frustración directamente a Jorge Javier Vázquez, señalando las desventajas y sufrimientos que han enfrentado debido a las duras dinámicas del concurso.
Una de las situaciones más indignantes vividas por este grupo fue su exclusión del enlace de Marta Peñate y Tony Spina, una ceremonia que estuvo marcada por la opulencia del banquete, del cual ellos no pudieron disfrutar. “No hemos comido ni barbacoa, ni lasaña, ni ahora tarta”, se quejaba Albalá, visiblemente agotado por ser el “elegido” que nunca es elegido. Su relato resonó por el plató, y la desesperación en su voz era inconfundible.
Carlos, con un pasado marcado por su participación en MasterChef, no se quedó atrás en sus quejas. A pesar de haber ganado una prueba, se encontró nuevamente al margen. “Me dejaron fuera, me disculpa, pero me quedo sin comer siempre”, comentó, refiriéndose a una situación en la que decidió dejar de lado su propia recompensa para alimentar a otros competidores.
Noel expresaba la frustración de su grupo con claridad: “Está siendo muy duro, casi humillante, porque hay gente que come casi día tras día y se jactan y lo celebran”, decía, dejando al descubierto las diferencias entre las vivencias de los concursantes. Sus palabras reflejaban un sentimiento de exclusión que palpaba en cada rincón del campamento, donde no solo el hambre era física, sino también emocional. Las escenas de celebración de sus compañeros, disfrutando de una lasaña o una barbacoa sin ellos, eran un constante recordatorio de su marginación.
Miri, siempre competitiva, también se hacía eco de la dificultad de su situación. “Es muy duro ver día tras día comida delante de nosotros, se hace bola”, susurraba, mientras sus compañeros reflexionaban sobre la desolación que sentían al observar lo que no podían tener.
El ambiente en la competencia se ha vuelto tenso y el diálogo sobre las disparidades entre los concursantes parece estar lejos de concluir. En una edición que promueve la lucha y la resistencia, las voces de los que se sienten en desventaja no solo gritan por comida, sino también por reconocimiento y equidad en un juego donde la solidaridad parece estar ausente.