En una escalada dramática de tensiones en Oriente Medio, Irán ha lanzado un ataque sin precedentes contra Israel este martes, en lo que parece ser una respuesta directa a la reciente muerte del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, y otros altos mandos en un ataque israelí sobre Beirut. Según las últimas informaciones, el régimen de Teherán ha disparado alrededor de 200 misiles balísticos hacia Israel, en al menos dos oleadas desde varios puntos de Irán, incluyendo Tabriz, Kashan y las afueras de Teherán, bajo órdenes directas del líder supremo Ali Khamenei.
Los sistemas de defensa de Israel, incluyendo la renombrada Cúpula de Hierro, han interceptado la mayoría de estos misiles. Sin embargo, el impacto en territorio israelí ha sido inevitable, resultando en la muerte de al menos un civil palestino en Jericó y varios heridos en Jerusalén y Tel Aviv. Los daños se deben en gran medida a los fragmentos de los misiles destruidos que cayeron en áreas pobladas.
Este ataque llega en un momento en que la región experimenta una creciente inestabilidad, exacerbada por operaciones militares israelíes en Gaza, Líbano, Siria, y acciones contra los hutíes en Yemen, quienes han recibido apoyo iraní para llevar a cabo ataques contra Israel.
La atención también se centra en el arsenal de misiles con el que Irán ha llevado a cabo el ataque. Entre los misiles utilizados, destacan los avanzados misiles hipersónicos Fattah-2, capaces de alcanzar velocidades de hasta Mach 15 y reportadamente causaron daños a los sistemas antibalísticos Arrow 2 y Arrow 3 de Israel, considerados entre los más avanzados del mundo. Además, los misiles Shahab-3, de alcance medio y sus variantes mejoradas Ghadr-110, y el misil Sejjil, con un alcance de hasta 2.500 km, subrayan la extensión y la mejora continua del programa balístico iraní, que incluye tecnología de Corea del Norte y desarrollos locales.
El uso de misiles hipersónicos representa un desafío significativo para los sistemas de defensa antimisil existentes, debido a su velocidad y capacidad para evadir la interceptación. Aunque la mayoría de los misiles lanzados han sido interceptados, el riesgo de daños significativos por fragmentos caídos destaca la complejidad y los desafíos que enfrentan incluso los sistemas de defensa más avanzados.
La respuesta internacional a este ataque aún se está desarrollando, pero la preocupación es palpable dada la posibilidad de una mayor escalada en una de las regiones más volátiles del mundo. Este ataque no sólo representa un nuevo capítulo en el conflicto entre Irán e Israel, sino que también pone a prueba la capacidad de la comunidad internacional para mediar y buscar una solución pacífica a una situación cada vez más inestable.