La velada entre Enrique, un joven creador de contenido de 22 años, y Charís, una estudiante de medicina estética de 20, se convirtió en un choque de egos que dejó a todos los espectadores en ascuas. Lo que se inició como un desacuerdo sobre geografía pronto se transformó en una confrontación intensa, donde cada palabra parecía cargada de reproches y sarcasmo.
La cena comenzó con un tropiezo en la conversación: Enrique, con la firmeza del que se siente seguro de sus conocimientos, declaró que Suiza no era parte de Europa – una afirmación que Charís no tardó en contrarrestar. “¿Cómo vas a confundir Europa con la Unión Europea?”, le replicó, y su comentario, un tanto mordaz, dejó claro que no estaba dispuesta a dejar pasar por alto una falta de argumentos. Su respuesta incisiva, sugiriendo que Enrique no tenía la capacidad de gestionar una herencia, abrió el telón a una serie de tensiones que se palpaban en el aire.
A medida que avanzaba la cena, las diferencias de valores y estilos de vida se hicieron evidentes. Charís mencionó su ayuda en las tareas del hogar, a lo que Enrique no dudó en responder con un comentario tradicionalista que hizo temblar la mesa: “Te abriré la puerta del coche, pero para fregar, tienes que fregar tú”. Esta declaración provocó una ola de incomodidad que se extendió por la velada, dejando a Charís visiblemente ofendida.
La situación se agravó aún más en el momento de la cuenta. Aunque Enrique presumió de tener recursos, su decisión de dividir la factura reveló mucho más de lo que quizás pretendía: “No me ha dado la gana de pagarle la cena a ella”, comentó, dejando claro que no estaba dispuesto a hacer un esfuerzo por esa cita. La tensión era palpable y los espectadores podían sentir que el final estaba próximo.
El clímax llegó al cierre de la cena, con Enrique disparando la primera bala: “No ha habido feeling porque me ha parecido una persona un poco interesada”. Charís, sin dudar, respondió: “No soy interesada; tengo bastante. Pero siento que no tienes los recursos que me puedan interesar”. La réplica provocó una explosión de indignación en Enrique, quien insistió en tener lo que ella buscaba. Era evidente que el ambiente se transformaba en un campo de batalla verbales.
“Soy un chico, no me hables de amiga”, exclamó Enrique, cada vez más iracundo. Charís, entre risas, cuestionó la relación de este comentario con el nacionalismo español. La frase, aparentemente desconectada de la conversación, pareció delatar la confusión y el malestar de Enrique, quien se sentía atacado en su masculinidad.
Las palabras finales de la cita confirmaron el abismo que se había abierto entre ellos. “No me cae bien, no conectamos”, sentenció él, mientras ella, con frialdad y desdén, destacó su deseo de no volver a verlo: “Yo no me conformo con estrellas, quiero el cielo entero. Me parece un tacaño, de lo peorcito”. La cena terminó, pero no sin antes dejar una huella difícil de borrar en la memoria del programa, marcando uno de los encuentros más tensos y cargados de fervor en la historia del show.