En el sur del Líbano, el escenario bélico toma dimensiones internacionales complicando aún más la ya tensa situación en la región. Israel, conocido por sus continuos enfrentamientos con Hezbolá, ha sumado un nuevo actor en este complejo telar de conflictos: la Fuerza Provisional de la ONU en Líbano (UNIFIL). Este cuerpo de paz, establecido en la zona para mediar y garantizar la seguridad, se ha visto bajo el fuego israelí, en lo que marca una escalada preocupante en su relación con las fuerzas internacionales.
A lo largo de la última semana, se registraron ataques por parte de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) contra diferentes posiciones de UNIFIL en el sur libanés, resultando en miembros de la misión heridos. En una agresión particularmente alarmante, un batallón internacional en Ras en-Naqoura fue atacado dejando heridos a dos cascos azules indonesios, seguido de un incidente donde dos soldados esrilanqueses resultaron implicados cerca de una torre de vigilancia.
El teniente general Sean Clancy, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Irlanda, con alrededor de 340 efectivos en servicio con UNIFIL, denunció los ataques como deliberados y una grave violación del derecho internacional humanitario. Sus palabras reiteran la gravedad de la situación y su directa contravención a las normas y principios que rigen las operaciones de mantenimiento de la paz en el mundo.
Desde el punto de vista israelí, estas acciones han sido defendidas como operativos contra posiciones de Hezbolá. Sin embargo, la repetición de los incidentes ha provocado una reacción internacional contundente. Francia, Italia y España, países con fuerzas desplegadas en UNIFIL, han condenado unánimemente los ataques, catalogándolos de “injustificables” y contrarios al Derecho internacional. Esta posición refleja la creciente preocupación por parte de la comunidad internacional respecto a la seguridad de sus misiones de paz en el extranjero.
El ministerio italiano, bajo el gobierno de Giorgia Meloni, y el español, dirigido por José Manuel Albares, han demandado explicaciones claras y urgentes, mientras confrontan las recientes críticas y desavenencias con Israel, exacerbando las ya tensas relaciones diplomáticas. Irlanda, particularmente afectada con 47 cascos azules muertos desde el establecimiento de UNIFIL, se suma a esta oposición, enfrentándose a una creciente hostilidad en el discurso público israelí, especialmente notoria en redes sociales.
UNIFIL, por su parte, ha hecho un llamado enfático a la protección del personal y las instalaciones de la ONU, subrayando la importancia del respeto a la inviolabilidad de sus operaciones en el terreno. Cualquier ataque deliberado contra su personal no solo es condenable sino que representa una ofensa directa al marco legal internacional que sostiene estas misiones.
Este conflicto entre Israel y UNIFIL emerge en un momento de volatilidad significativa en el Medio Oriente, añadiendo un nivel de complejidad a un escenario ya cargado de tensiones históricas. El papel de las fuerzas de paz internacionales, fundamental para la estabilidad regional, queda así en una posición precaria, sometido a los vaivenes de una política de confrontación que parece ignorar las consecuencias humanitarias y geopolíticas de sus acciones. La comunidad internacional observa con alarma, esperando soluciones diplomáticas que devuelvan la paz y la seguridad no solo al sur del Líbano, sino a toda la región.