En Copenhague, las miradas están puestas en el cielo, donde jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea discuten la creciente amenaza que representan los drones en el contexto de la invasión rusa a Ucrania. La cumbre informal, que aborda temas de seguridad y defensa, se ha visto acompañada de incidentes recientes en los que vehículos no tripulados han sobrevolado instalaciones civiles y militares, generando incluso el cierre temporal de aeropuertos. Con el fin de proteger su espacio aéreo, los líderes europeos han comenzado a trazar un plan para establecer un «muro antidrones» que haga frente a las incursiones rusas.
Mientras la situación se intensifica, las preocupaciones sobre la vulnerabilidad del bloque europeo han crecido. Aunque los recientes incidentes en Dinamarca fueron menos graves que aquellos en Polonia y Estonia, han puesto de manifiesto la fragilidad de la defensa europea ante estas nuevas amenazas. Las contribuciones de países como Suecia, Francia y Alemania han sido decisivas para brindar seguridad durante la cumbre, pero la habilidad de los países europeos para adaptarse y reaccionar cohesivamente frente a estas preocupaciones sigue siendo un desafío.
El llamado «muro europeo de drones» busca ser un sistema coordinado de detección y neutralización de drones, aprendiendo de las experiencias de Ucrania. Sin embargo, la implementación se enfrenta a múltiples interrogantes, tanto técnicas como económicas. Los líderes europeos están divididos sobre la rapidez de su ejecución, con algunos avisando que la amenaza rusa requiere respuestas inmediatas, mientras que otros advierten que un enfoque más gradual es necesario. En este contexto, la reciente escalada de tensiones refuerza la urgencia de consolidar un enfoque europeo robusto y efectivo ante la rápida evolución de las amenazas en el cielo.
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