Anoche, una revelación inesperada sorprendió al equipo de La revuelta. David Verdaguer, conocido por su carisma y humor, compartió un momento personal y desconcertante: sufrió un ataque de ansiedad mientras se masturbaba. La anécdota surgió en un contexto ligero, tras una broma de su compañero David Broncano sobre el «peligro» de caer en la ducha y ser encontrado en situaciones comprometedores.
La confesión de Verdaguer, sin duda, creó un ambiente de sorpresa y un poco de incomodidad, especialmente para la actriz Amaia Salamanca, quien no pudo evitar mostrar su asombro ante la curiosa revelación.
Broncano, siempre hábil en convertir situaciones tensas en comedia, relató a su vez un espeluznante incidente durante un viaje de alpinismo en Groenlandia. Relató cómo, aislado en medio de una tienda de campaña, sufrió un imprevisto corte de digestión tras mezclar “ballena con lentejas”. Con temperaturas que caían por debajo de los cinco grados, el humorista se encontró en una situación comprometida, obligado a salir en calzoncillos, sin una linterna y sin idea de cómo regresar a su refugio.
Con su característico humor, expresó su preocupación mientras intentaba hacer sus necesidades en la penumbra, lamentándose de haber caminado torpemente, lo que lo llevó a alejarse considerablemente de su tienda. La risa de sus compañeros se mezcló con la tensión de su relato, iluminando la sala con un humor absurdamente oscuro.
«Me vi perdido, en calzoncillos y a cinco grados bajo cero», dijo Broncano, añadiendo que había imaginado el titular sensacionalista que podría salir al día siguiente en un popular diario deportivo: «Broncano, encontrado cagado en el Ártico». La rápida respuesta de Amaia Salamanca, quien se rió y bromeó sobre el hecho de que Broncano sea la portada de un medio como Marca, soltó aún más risas y aligeró el ambiente.
Tras la risa, Broncano aclaró que se refería a que su osada experiencia se haría eco en las redes, no en la portada de un diario deportivo. Al final de su relato, el presentador encontró su camino de regreso a la tienda, reflexionando: “Pensé que toda una vida para esta tristeza”, mientras los ecos de las carcajadas resaltaban la atípica fusión de vergüenza y humor en el programa.
La noche culminó con el equipo de La revuelta riendo, recordando que a veces las anécdotas más personales pueden ser, paradójicamente, un punto de conexión y risa compartida. La capacidad de convertir lo inesperado en humor es, sin duda, una de las grandes virtudes de la televisión.

















