La Habana ha vuelto a experimentar la luz tras un oscuro episodio. El Ministerio de Energías y Minas de la nación caribeña anunció la plena restauración del servicio eléctrico, tras un apagón extenso que sumió a la isla en la penumbra por casi un día completo. Este incidente, atribuido a defectos técnicos en su principal fuente de energía, puso de manifiesto la fragilidad de la infraestructura energética del país.
A través de una publicación en la plataforma X, Vicente de la O Levy, cabeza del ministerio, comunicó la noticia del resurgimiento energético, señalando que «todas las unidades en arranque, incluyendo la Unidad 1 de Felton, ya están sincronizadas». Este mensaje no solo llevó alivio a los hogares y empresas afectados, sino que también marcó el cierre de un capítulo de incertidumbre y esfuerzo colectivo hacia la recuperación.
Este es el tercer apagón que azota a Cuba en menos de dos meses, con el más reciente incidente provocado por fallos en la termoeléctrica Antonio Guiteras, punta de lanza del sistema de generación energética del país. El suceso tuvo lugar en las primeras horas del miércoles, cuando, según explicaciones oficiales, los sistemas automáticos de protección hicieron que la planta se desconectara de la red, ocurriendo alrededor de las 2.08 de la madrugada, hora local.
La central de Antonio Guiteras, ubicada en las inmediaciones de Matanzas, había sido recientemente objeto de trabajos de mantenimiento, reintegrándose al sistema nacional el 25 de noviembre después de varias jornadas de reparaciones. Este recurso a la reparación es muestra de la vulnerabilidad energética de la isla, ahora más que nunca evidente.
La reiteración de estos apagones ilustra un problema más profundo dentro de la infraestructura eléctrica de Cuba, desgastada y superada por las exigencias del presente. La Unión Eléctrica apunta a un contexto crítico, en el que el déficit energético se ha convertido en una constante, exacerbado por los estragos de recientes temporales. Este panorama desafía a la isla a buscar soluciones sostenibles que no solo atiendan las emergencias inmediatas, sino que también fortalezcan el sistema contra futuras adversidades.
Así, mientras la luz regresa a las calles y hogares de Cuba, queda en el aire la reflexión sobre la imperiosa necesidad de innovar y reforzar la red eléctrica. Solo así se podrá evitar que la historia de apagones y recuperaciones se convierta en un bucle perpetuo, asegurando un futuro energético más estable y resiliente para la isla.