En un trágico desenlace que subraya la profunda crisis de violencia en México, Alfredo Cabrera, candidato a la alcaldía de un municipio en Guerrero, fue asesinado a sangre fría al culminar un mitin. Este lamentable acontecimiento marca a Cabrera como el candidato número 35 caído durante una de las campañas más sangrientas que ha vivido el país. Este suceso ocurre en un momento paradójico para México, que por un lado experimenta una ola de crecimiento económico gracias a políticas de nearshoring de Estados Unidos y las cuantiosas inversiones de este país y China, y por otro, sigue hundido en una lucha aparentemente inútil contra la violencia que desgarra su tejido social.
El país vive una doble realidad, como lo indica Enrique Díaz-Infante, investigador del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, quien destaca «Hay dos Méxicos distintos,» uno vibrante y exportador, y otro, ensombrecido por la violencia perturbadora. Este último, según Díaz-Infante, si no se maneja apropiadamente, seguirá minando el crecimiento y el progreso del país, planteando retos significativos para la próxima administración presidencial.
En el panorama político actual, Claudia Sheinbaum, exalcaldesa de Ciudad de México y candidata oficialista, lidera las encuestas con un margen considerable. Su popularidad, respaldada por la gestión de Andrés Manuel López Obrador, se ve contrastada por las críticas de sus detractores que apuntan hacia un deterioro democrático y una ineficaz lucha contra el crimen, pese a esfuerzos como la creación de la Guardia Nacional.
Mientras se prepara para posiblemente asumir la presidencia, Sheinbaum y su equipo deben navegar un panorama complejo marcado por la herencia del sexenio más violento en la historia mexicana, además de buscar cómo mantener el impulso económico sin caer en las garras de la violencia que sigue acosando al país.
Con una economía proyectada para crecer entre un 2.4% y un 3% este año, superando la recuperación post-pandemia y situándose por encima de la media latinoamericana, México presenta un cuadro de crecimiento animado por el nearshoring. Sin embargo, este auge económico contrasta marcadamente con la realidad de violencia que sigue presentándose como un grave obstáculo. La economía mexicana soportó un golpe de 245,000 millones de dólares en 2023, equivalente al 19.8% de su PIB, debido a la violencia. Aparte, los actos de extorsión y violencia no solo merman a las empresas locales sino que amenazan con desviar las futuras inversiones hacia regiones más seguras, como el sur de EE.UU.
A medida que México se adentra en un ciclo electoral crucial, la muerte de Cabrera refleja una cruda realidad que se ha normalizado en la política mexicana. Mientras el país sigue contando sus muertos, la pregunta sobre cómo encauzar simultáneamente el crecimiento económico y combatir la endémica violencia se convierte en un tema central en la agenda del próximo líder de México. La promesa del nearshoring y las reformas económicas, aunque alentadoras, deberán ir acompañadas de estrategias contundentes para asegurar que el futuro de México no quede ensombrecido por la violencia que hoy día parece cimentarse más profundamente en su sociedad.