El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha expresado su preocupación por el actual estado de la política en España, describiéndolo como el más degradado «en lo que llevamos de democracia». Durante un acto en Barcelona, García-Page ha utilizado una analogía aeronáutica para describir la situación política diciendo que el oficio «ha entrado en barrena», y comparándolo con un avión en caída, sugiere que «la única manera de que la tripulación se salve es darle a un botón y saltar».
El mandatario autonómico ha aseverado que la política se encuentra «francamente muy mal», cuestionando la trayectoria actual que, a su juicio, «no lleva a ningún sitio» y representa «la expresión de que realmente esta etapa es de absoluto caos político». En este sentido, ha criticado la actitud beligerante entre partidos y la dinámica de confrontación constante, señalando que el «exceso de frentismo» desvirtúa el valor de las acciones políticas y se centra más en quién las realiza que en su contenido o beneficio para la ciudadanía.
El presidente castellano-manchego ha lamentado el ambiente de crispación, indicando que «sobra mucho fanatismo» y «sobran» actitudes frentistas, calificándolas de «lamentable» y «deprimente». Asimismo, ha manifestado su percepción de que estas prácticas no contribuyen positivamente a la gestión política y llamó a la responsabilidad de no entrar en ataques personales.
Con respecto a su enfoque en la política, García-Page se ha descrito como alguien que no teme las «políticas duras» y a pesar de ser «firme» en sus opiniones, ha enfatizado que siempre las expone con «respeto». Ha pedido a sus colegas políticos que, independientemente del tono de sus argumentaciones o críticas, se abstengan de hacer ataques personales. «Nunca me voy a meter en el terreno personal», recalcó, «Sólo pediría que aunque quieran dar voces y decir tonterías, que no vayan al terreno personal».
Estas declaraciones resaltan el creciente descontento con el panorama político actual y la necesidad percibida de un cambio en la dinámica de confrontación que, según García-Page, impera en el ambiente político español.