Cosas que nunca debes hacer si se origina un incendio en el garaje de tu edificio

Aquellos incendios que se producen en garajes comunitarios, suelen tardar más tiempo en ser detectados al tratarse de una zona poco transitada, lo que se traduce en un mayor tiempo de respuesta. Estos fuegos suelen caracterizarse por ser muy violentos, rápida propagación y muy peligrosos para la salud. Esto último es debido al humo que se genera al quemarse la pintura, plásticos y gomas de los vehículo.

En el marco normativo, desde 2017 en España se obliga a que todos aquellos aparcamientos con una superficie mayor a 500 m2 sean sometidos a una inspección periódica cada 10 años, aparte de la revisión anual que lleva a cabo cada empresa de prevención. En el caso de las superficies menores de 500 m2 no será obligatorio realizar esta inspección a no ser que el espacio esté considerado de alto riesgo. 

“Los incendios producidos en garajes comunitarios son especialmente sensibles, ya que pueden dañar la estructura y los cimientos que sostienen todo el edificio. Para evitar su propagación, las puertas cortafuego deben mantenerse siempre cerradas y ser especialmente cuidadosos con no dejar productos corrosivos y fácilmente inflamables”, explica Jaime Ortega, director técnico de Iberext, y añade que “en estos casos, es común que nos asalte el instintivo impulso de intentar salvar nuestro vehículo, acción que desaconsejamos enérgicamente”. 

Ante todo, nunca abandonar la vivienda si se declara un incendio en el garaje  

Desde Iberext, compañía especializada en la protección contra incendios, proponen una serie de consejos para actuar si se diera esta situación y nos aconsejan sobre el correcto mantenimiento del día a día de estos espacios: 

  • No salir de casa. Aunque pueda sonar contradictorio, cuando se produce un incendio en un garaje no sabemos en qué fase está y si el humo y/o el fuego se ha propagado o no por el edificio. Por este motivo, debemos poner toallas húmedas debajo de las puertas y dirigirnos a la habitación con ventana al exterior que esté más alejada de la entrada principal, cerrando todas las puertas que separen la entrada de la casa de la habitación en la que resguardarse. 
  • Nunca dejar abiertas las puertas cortafuegos del garaje. Si bien la mayoría de puertas se cierran con su propio peso, a menudo por comodidad permanecen abiertas mediante un tope. Esta imprudencia podría hacer que el humo y el fuego se propaguen fácilmente por todo el edificio. Este punto también se aplica al resto de puertas que se encuentren en los pisos o rellanos. 
  • No se deben almacenar materiales combustibles, basuras o cartones. Es esencial que toda la superficie del garaje esté limpia, especialmente de productos para el mantenimiento de los vehículos. Estos líquidos, como gasolina o aceites, son altamente inflamables.  
  • Conocer la ubicación de todos los elementos de protección contra incendios. Es recomendable que los propietarios miembros de la comunidad de vecinos sepan ubicar y utilizar los extintores repartidos por el garaje. Esto ayudaría a poder extinguir un pequeño incendio, evitando así males mayores. Es de vital importancia contar con la presencia de elementos de detección de incendios que nos alerten de que se está produciendo una emergencia.  
  • Disponer de medios de extinción específicos para los nuevos cargadores eléctricos. El crecimiento exponencial de vehículos y dispositivos de movilidad eléctricos está aumentando los riesgos en garajes tanto por las áreas de carga como por acumulación de baterías en su mayoría de Ion-Li. Debido a virulencia de este tipo de fuegos y la toxicidad de los gases que producen, se recomienda disponer de medios de extinción que puedan encapsular y reducir notablemente su temperatura, para impedir su reignición. Por ello recomendamos se disponga de extintores ensayados para este tipo de fuegos de Li, más eficaces que los agentes de extinción tradicionales.

No dejar los coches en marcha. A pesar de que no es un aspecto de riesgo para provocar un incendio, es fundamental alerta de los peligros del monóxido de carbono que emiten los coches encendidos, capaz de intoxicar a una persona y, en un período corto de tiempo, llegar a producir un desmayo y hasta la muerte.  

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