El clima de tensión en El Salvador se intensifica mientras Nayib Bukele, quien se autodenomina «rey filósofo» en redes sociales, se enfrenta a la creciente crítica por parte de periodistas como Carlos Dada, director de El Faro. Desde que Bukele asumió el poder en 2019, Dada y su equipo han expuesto compromisos oscuros del gobierno, incluyendo alianzas con pandillas y operaciones corruptas. Este trabajo ha tenido un costo personal, llevando a muchos periodistas al exilio y alertando sobre una posible «lista negra» de activistas en riesgo.
La Asociación de Periodistas de El Salvador ha denunciado la represión y amenazas sistemáticas, mientras que los miembros de El Faro se ven obligados a trabajar desde el extranjero, luchando por mantener la capacidad de informar sobre la situación de su país. Bukele, que ha utilizado la propagación de su imagen en redes sociales como herramienta de control, está dando forma a un entorno donde la libertad de prensa se ve amenazada, con encarcelamientos arbitrarios y un régimen de excepción que socava los derechos de la población.
A medida que El Salvador se adentra en su cuarto año de régimen de excepción, la tensión aumenta no solo por la represión interna, sino también por las alianzas internacionales que Bukele ha forjado, en especial con Estados Unidos. Bajo un acuerdo poco transparente, el mandatario salvadoreño ha facilitado la repatriación de pandilleros, mientras se teme que estos revelen sus negociaciones. En este escenario, los periodistas de El Faro continúan su labor con la convicción de que la verdad es su mejor defensa, incluso cuando el riesgo es cada vez mayor.
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