En Damasco, en un giro sin precedentes para la historia moderna de Siria, Mohamed Al Bashir, quien recientemente asumió como primer ministro interino, abogó por la unidad y reconciliación nacional para la reconstrucción del país. Durante un sermón no previamente anunciado en la mezquita Omeya, lugar emblemático tanto por su significado religioso como por ser un punto de encuentro en tiempos de crisis, Al Bashir articuló su visión para un nuevo Estado sirio tras el colapso del gobierno de Bashar al Asad, hace tan solo cinco días.
La caída de Al Asad marcó el fin de casi medio siglo de dominio del partido Baaz y sus aliados, culminando con una coalición de fuerzas insurgentes islamistas y proturcas tomando el control de la capital. El nuevo primer ministro interino, tan solo tres días después de asumir el poder, destacó que «la victoria es una gran responsabilidad» la cual «es una responsabilidad para todos nosotros».
Al Bashir condenó las décadas de «torturas» y «humillaciones» sufridas por el pueblo sirio bajo el régimen de los Al Asad, recordando el sufrimiento universal de detenciones y desplazamientos. En un mensaje de esperanza, elogió la liberación de prisioneros y prisioneras como «uno de los grandes regalos de Dios», destacando los recientes eventos como el comienzo de un nuevo capítulo para el país.
La histórica mezquita Omeya de Damasco fue el escenario en el que Al Bashir señaló el camino hacia el futuro: la tolerancia y la reconciliación. Miles de feligreses que asistieron al sermón, y las multitudes que se congregaron después en sus alrededores, parecían eco de su visión para una Siria renacida, una nación que busca “recuperar su dignidad y su gloria”.
El rápido avance de los insurgentes, que liberaron diferentes cárceles y centros de detención, ha sido un símbolo de la drástica transformación del país. La estimación de la ONU de alrededor de 130.000 personas desaparecidas durante el conflicto subraya la profunda cicatriz social que el nuevo liderazgo espera sanar.
Y mientras algunos esperaban ver al líder insurgente Ahmed al Charaa, conocido por el nombre de guerra Abu Mohamed al Jolani, pronunciar el sermón, fue Al Bashir quien ocupó ese lugar sagrado, dando un mensaje de unión y esperanza. Su llamado a escribir una nueva historia «con las manos de los libres» resonó entre los asistentes, anticipando el enorme trabajo de reconstrucción que tiene por delante Siria, no solo en términos de infraestructura, sino también en la reconstrucción del tejido social y político de una nación destrozada por años de guerra.