Israel ha decidido trasladar a los activistas de la Flotilla interceptada con rumbo a Gaza a la prisión de Ktzi’ot, un centro de alta seguridad en el desierto del Néguev. Este establecimiento, considerado el más grande de Israel, ha sido objeto de numerosas críticas debido a sus condiciones severas y su fama de ser un lugar de hacinamiento y restricciones severas en la comunicación y asistencia legal, lo que ya ha generado preocupación entre organizaciones de derechos humanos.
Los activistas, quienes partieron desde Barcelona para llevar ayuda humanitaria a Gaza, fueron detenidos por una unidad del ejército israelí y posteriormente trasladados al puerto de Asdod antes de su envío a Ktzi’ot. La organización Adalah ha afirmado que se garantizará su derecho a asesoría legal durante todo el proceso de deportación, pues la prioridad es asegurar su bienestar y salud en este país donde podrían enfrentar un trato más duro que en ocasiones anteriores.
El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, ha avivado la polémica sugiriendo que los detenidos permanecen en la prisión por más tiempo, lo que ha suscitado un amplio debate sobre los derechos de los activistas y la postura del gobierno israelí ante las protestas internacionales y el apoyo que estas reciben desde diversas partes del mundo.
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