Conmoción y Sorpresa: Intento de Golpe Desestabiliza a la Izquierda Boliviana en Tiempos de Enfrentamientos Internos

Una imagen impactante de una tanqueta del Ejército boliviano irrumpiendo a través de las puertas del Palacio Quemado, la sede del Gobierno boliviano, a las 15:50 horas de este miércoles, se ha convertido en una de las escenas más conmovedoras en la historia reciente de Bolivia, destacando la profunda fractura política y las dificultades económicas que azotan al país. Este audaz asalto, comandado por el polémico general Juan José Zúñiga, tuvo lugar en un momento de elevada tensión política, marcada por la división interna dentro del oficialismo, entre los seguidores del exmandatario Evo Morales y los del actual presidente Luis Arce.

Zúñiga, destituido de su cargo unas horas antes del incidente, intentó ejecutar un golpe de Estado con escaso respaldo militar y sin apoyo en la esfera política, tanto a nivel nacional como internacional. El asalto fue breve, con varias decenas de militares involucrados, pero suficiente para dejar una huella indeleble en la imagen del país. Horas más tarde, el escenario en el Palacio Quemado cambió radicalmente. Tras una confrontación directa entre Arce y Zúñiga, el presidente rápidamente tomó medidas para restablecer el orden, nombrando una nueva cúpula militar y viendo cómo los ciudadanos, que trataban de acceder a la plaza durante el intento de golpe, finalmente conseguían hacer retroceder a los militares golpistas.

En declaraciones capturadas durante su arresto, Zúñiga lanzó una grave acusación contra el presidente Arce, insinuando que el asalto fue, de hecho, un “autogolpe” orquestado por el propio presidente para aumentar su popularidad, una afirmación que fue rápidamente desmentida por el partido oficialista MAS y calificada de absurda por analistas políticos internacionales.

La situación en Bolivia se complica aún más debido a las persistentes disputas internas dentro del MAS, la división entre las facciones ‘arcistas’ y ‘evistas’ y la creciente polarización con la oposición no izquierdista. La crisis política interna, potenciada por la reciente acción de Zúñiga, subraya el continuo enfrentamiento entre dos figuras clave en la política boliviana: Evo Morales y Luis Arce.

Este último episodio no solo refleja la delicada situación política de Bolivia sino que también agrega incertidumbre sobre las futuras elecciones judiciales y el panorama electoral del país. Con un país profundamente dividido y una crisis política que parece lejos de resolverse, Bolivia enfrenta un futuro incierto, mientras tanto el partido MAS como su oposición buscan encontrar una salida a un largo período de inestabilidad y confrontación.

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