El pasado jueves 4 de septiembre, la segunda edición de Supervivientes All Stars comenzó en Telecinco, pero la gala se vio rápidamente envuelta en confusiones. Jorge Javier Vázquez, al frente del programa, comunicó que la situación con la comunidad garífuna generaba problemas que impedían desarrollar el show al aire libre como estaba previsto.
Este imprevisto llevó a que los concursantes no pudieran recibir el esperado salto desde el helicóptero y que las pruebas planificadas se quedaran en un anhelo frustrado. Mientras tanto, el equipo de Diario de TV, ya en Honduras, se aprestaba a arrojar luz sobre el panorama confuso y problemático que se había generado.
Juanra Gonzalo, director general de Cuarzo Producciones, tomó la palabra para explicar cómo se había gestado este conflicto. Contó que la producción del programa había comenzado meses antes de la transmisión, en estrecho diálogo con el gobierno de Honduras y la fundación Cayos Cochinos, una organización dedicada a la conservación del ecosistema local. Según Gonzalo, desde el inicio de las negociaciones se había manejado la situación con transparencia y respeto por las normativas ambientales.
Sin embargo, fue a solo tres días del estreno cuando surgieron tensiones. “Nos enteramos de que una parte de la comunidad garífuna tenía intención de boicotear el programa, argumentando que estábamos operando en zonas críticas para la anidación de tortugas”, explicó el director. Con el fin de evitar un altercado, el equipo de producción decidió no continuar con las actividades programadas y se retiró. Gonzalo apuntó que unas decenas de personas habían tomado la playa, creando un ambiente de tensión en un espacio emblemático para las grabaciones.
Aclaró que este problema no era exclusivo de la producción o del programa. «Es un conflicto que se remonta en el tiempo, que involucra a una parte de la comunidad de Nueva Armenia y a las entidades gubernamentales», subrayó. Este grupo, aunque pequeño, reclamaba derechos sobre terrenos que, según Gonzalo, pertenecen a una propiedad privada gestionada por la fundación. Este argumento resonó fuerte entre otras comunidades garífunas que no se habían manifestado.
El director hizo hincapié en que Supervivientes All Stars es fundamental para la economía local: «Dependemos de este programa muchas personas en la zona, y de hecho, tenemos en plantilla a 21 trabajadores de Nueva Armenia». Además, narró que casi el 90% de los recursos humanos y materiales con los que operan son locales, lo que, a su juicio, ayuda al desarrollo de la comunidad.
Hay un aire de inquietud respecto a cómo se están utilizando las causas ecológicas en este contexto político. Gonzalo mencionó: “Creo que se nos ha utilizado para hacer ruido respecto a estas reclamaciones. Lo que se levanta como queja no está en contra de nosotros, ni del programa, pero el eco que se genera puede desviar la atención de cuestiones que son más complejas”. Este sentimiento de desconfianza entre comunidades resuena profundamente en la conversación sobre el bienestar de la región.
Mientras se profundiza en el conflicto, el director reforzó su compromiso con las prácticas responsables. “Nuestra producción sigue las pautas dictadas por la ciencia. La fundación nos ha asegurado que el uso de la playa no afecta a la anidación de tortugas. Así que, hasta cierto punto, estamos siendo malinterpretados”. Con el curso de los hechos aún incierto, el eco de las tensiones persiste, dejando a todos, incluidos los concursantes, en la incertidumbre de lo que vendrá.