La contienda por la jefatura del gobierno alemán ya no se centra en si Friedrich Merz, el candidato del Partido Democristiano (CDU), se alzará con la victoria en las próximas elecciones, sino más bien en quién serán sus compañeros de coalición para gobernar. Los últimos sondeos muestran un liderazgo contundente del CDU, aunque insuficiente para asegurar un gobierno sin alianzas, manteniendo a Alemania en la ya familiar dinámica de formar coaliciones para dirigir los destinos del país.
La fragmentación del voto ha hecho que las coaliciones sean la norma en Alemania, llevando a bautizar estas alianzas con nombres coloridos basados en banderas de países y frutas, como la coalición «semáforo», que une a los socialdemócratas del SPD, liberales (FDP) y Los Verdes, bajo la liderazgo de Olaf Scholz desde 2021. Sin embargo, una crisis por los presupuestos ha llevado a la disolución de esta coalición y a un adelanto de las elecciones para este 23 de febrero.
Este proceso electoral se ha visto marcado por ataques en Aschaffenburg y Múnich, vinculados con el terrorismo islamista, puntualizando la inmigración y la economía como preocupaciones clave entre los votantes. Paralelamente, el ascenso del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), segundo en las encuestas, ha generado alarma, aunque su candidata, Alice Weidel, no podrá formar parte del gobierno debido a un compromiso entre los partidos tradicionales para mantener un «cordón sanitario» contra el ultraderechismo.
La Gran Coalición (GroKo), una alianza entre la CDU y el SPD, se perfila como la opción más probable, aunque la fragmentación parlamentaria puede abrir la puerta a configuraciones de tres partidos, como una «coalición Kenia». Alternativamente, una alianza entre la CDU y Los Verdes (coalición Kiwi) parece menos probable debido a discrepancias entre miembros de la CSU y la gestión del candidato verde, Robert Habeck.
Curiosamente, opciones como la coalición «Jamaica», que incluiría a la CDU, Los Verdes y los liberales del FDP, y un posible regreso de la coalición «semáforo», enfrentan grandes desafíos debido a conflictos previos y recientes fracasos políticos.
Mientras tanto, el aumento en preocupaciones sobre la inmigración, especialmente tras ataques recientes, podría fortalecer a la AfD, a pesar del aislamiento político promovido contra el partido. Expertos advierten que, sin cambios significativos en la política migratoria, el descontento podría beneficiar a la extrema derecha en futuras elecciones, sugiriendo que el «cordón sanitario» podría verse desafiado eventualmente.
Estas elecciones subrayan un periodo complejo en la política alemana, donde las viejas alianzas son puestas a prueba y las nuevas deben negociarse con cautela en un panorama político cada vez más fragmentado y volátil.