Conducir con sed puede ser peligroso, pero por comer y beber agua podrían multarte

Es un hecho conocido que las dos manos deben estar en el volante para garantizar una conducción segura, y comer o beber mientras se conduce puede ser considerado conducción negligente. Pero ¿qué ocurre si necesitamos hidratarnos para mantener nuestras capacidades cognitivas en el volante? La Dirección General de Tráfico (DGT) aconseja hidratarse adecuadamente, pero al mismo tiempo, beber mientras se conduce podría costarte una multa. Esta aparente incoherencia de la DGT plantea una interrogante para muchos conductores.

La Necesidad de Hidratarse

Durante la conducción, sobre todo en verano, la deshidratación puede producir fatiga muscular y reducir nuestras capacidades al volante, lo que nos convierte en un peligro para nosotros mismos y para otros usuarios de la vía. Por ello, la DGT recomienda beber regularmente pequeñas cantidades de líquido, incluso si no se tiene sed, y consumir al menos 2 litros de agua al día.

Además del agua, se sugiere el consumo de refrescos no gasificados o zumos de frutas y verduras frescas, para mantenerse hidratado y seguir una dieta saludable. En viajes largos, se aconseja beber unos 330 ml de agua aproximadamente cada dos horas, preferiblemente durante las paradas o descansos. La idea es beber alrededor de 150 ml cada hora.

El Riesgo de Multas

A pesar de la importancia de mantenerse hidratado mientras se conduce, la DGT podría ponerte una multa por comer o beber al volante. Esta situación podría justificarse con base en el artículo 18.1 del Reglamento General de Circulación, que obliga al conductor a mantener su libertad de movimientos, la visión necesaria y la atención a la conducción. Beber agua requiere que se suelte una mano del volante y se desvíe la atención hacia esa acción, lo que podría ser interpretado como una infracción a este reglamento.

Si un agente de tráfico considera que beber al volante ha sido una distracción para el conductor, puede sancionarlo. Esta infracción se considera leve y conlleva una multa de hasta 100 euros, sin pérdida de puntos.

Aunque las multas por beber al volante son poco frecuentes, lo ideal es aprovechar las paradas para hidratarse. Estas paradas deberían realizarse cada dos horas o aproximadamente cada 200 o 300 kilómetros recorridos, para estirar las piernas, relajarse y refrescar el rostro con agua fresca. Así, se logra cumplir con la necesidad de hidratación y se evita cualquier riesgo de multa por parte de la DGT.

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