En un caso que ha sacudido a la comunidad de Albacete, un jurado popular ha declarado a un hombre culpable de asesinato con alevosía y otro de violación. El veredicto fue alcanzado tras más de 24 horas de deliberación en la Audiencia Provincial de Albacete, donde se juzgaba a A.S. por la muerte y violación de un amigo con el que compartía alojamiento en una edificación abandonada en las afueras de la ciudad.
El jurado ha considerado probado que la víctima fue asesinada por A.S. con premeditación y de manera sorpresiva, utilizando una piedra para golpearlo mientras dormía. Este ataque inicial, descrito como de «una brutalidad innecesaria», dejó a la víctima inconsciente, momento en el cual fue violada por el acusado. Posteriormente, A.S. continuó agrediéndolo con otra piedra.
De acuerdo con el jurado, no existieron pruebas que sugiriesen que el acusado estuviera bajo la influencia de alcohol o drogas en el momento de los hechos, o en caso de haber estado bajo sus efectos, no habrían influido en su decisión de cometer el asesinato.
En la fase final del juicio, la Fiscalía mantuvo firme su petición de prisión permanente revisable para A.S., enfatizando que el ataque fue intencionado y no un acto de defensa, como sugería la defensa del acusado. Según el testimonio de la fiscal, tras un presunto intento de agresión sexual por parte de la víctima, el acusado tuvo la oportunidad de abandonar el lugar pero, en cambio, decidió volver y asesinar a su amigo. Además, se mencionó que el acusado coartó cualquier oportunidad de que la víctima pudiera solicitar ayuda al llevarse su móvil.
La abogada de la acusación particular se alineó con la Fiscalía en la solicitud de prisión permanente revisable. Por otro lado, la defensa de A.S. intentó recalcar que se trató de un homicidio, no de asesinato, y pidió que se valorara la confesión del acusado y su cooperación con las autoridades, como la aceptación de análisis de ADN.
Este caso ha culminado con un veredicto que profundiza el debate sobre la violencia y la seguridad en los entornos marginales, suscitando una vez más, la cuestión de hasta dónde puede llegar la justicia para prevenir este tipo de crímenes atroces.