El Kremlin intensifica sus esfuerzos en el Donbás, mientras Kiev realiza movimientos significativos en la región de Kursk, evidenciando que la guerra en Ucrania está lejos de encontrarse en un punto muerto. Esta situación refleja tanto la incorporación de nuevos equipos militares como el uso de artillería de largo alcance en un paisaje marcado por campos de girasoles calcinados, en los cuales se combate en todos los frentes y a todas horas.
A medida que el conflicto se aproxima a su tercer año, las opiniones se dividen entre quienes ven estos eventos como los últimos coletazos de la guerra y quienes creen que son el preludio de un cambio definitivo. El año 2025 se perfila como un momento crítico, con todas las partes involucradas conscientes de su significancia.
Vladímir Putin, en su conferencia anual de Navidad, admitió un cambio radical en el desarrollo de la guerra, destacando movimientos constantes a lo largo del frente. Por otro lado, Donald Trump, recién investido como presidente de EE.UU., comentó sobre la necesidad de Putin de buscar una solución negociada, adelantando una posible nueva estrategia estadounidense hacia Rusia y Ucrania.
Aunque Rusia parece tener más recursos humanos que estratégicos, Ucrania cuenta con varios factores que sostienen su posición. En la víspera de Reyes, una ofensiva ucraniana en Kursk rompió las líneas enemigas, provocando una reacción de pánico en canales prorrusos de Telegram, reflejando la posibilidad de una nueva fase en la guerra.
Informes de análisis independientes, como los de @GeoConfirmed, desmintieron algunos reclamos rusos sobre pérdidas ucranianas, exponiendo la estrategia de desinformación de Moscú. En el Donbás, a pesar de algunos avances rusos, la resistencia ucraniana y el alto costo para Rusia han limitado las ganancias territoriales, evidenciando el desgaste significativo de sus fuerzas militares.
En el frente interno, Ucrania busca superar desafíos en cuanto a la cantidad y calidad de sus efectivos, con reclutamientos incluso de extranjeros para fortalecer sus filas. Los ataques a infraestructuras energéticas rusas por parte de Ucrania parecen buscar debilitar económicamente al Kremlin, complementados por el desarrollo y producción de armamento y tecnología militar propia.
La guerra en Ucrania muestra también una evolución tecnológica, con Ucrania innovando en el uso de drones y sistemas de defensa aérea, mientras espera mayor apoyo internacional. La defensa aérea ucraniana se ve reforzada con la promesa de cazas F-16, aumentando la capacidad de defensa del país.
Ante un escenario global cada vez más complejo y con las declaraciones de líderes mundiales cargadas de incertidumbre, la guerra en Ucrania se proyecta hacia un futuro indefinido, con la esperanza de cambios significativos que podrían alterar el curso del conflicto.