Desde que Donald J. Trump asumió la presidencia de Estados Unidos, su administración ha proclamado la implementación de políticas que, según sus voceros, han creado la «frontera más segura en la historia moderna» del país. Estas afirmaciones se enmarcan en su agenda de seguridad nacional, en la cual promete cumplir con lo prometido durante su campaña electoral. Un análisis de las declaraciones y los resultados cosechados en menos de 100 días de su segundo mandato revela un aparente contraste entre las promesas de campaña y los logros tangibles.
Uno de los principales compromisos de Trump fue cerrar la frontera y frenar la inmigración ilegal. Según las cifras presentadas, los encuentros ilegales en la frontera han disminuido en un 95%. Este dato se consolida con reportes de medios que indican la casi ausencia de migrantes en áreas previamente críticas, producto de la implementación de políticas más rigurosas de control fronterizo. Correspondientes de cadenas importantes han destacado la notable reducción de migrantes que intentan cruzar a EE. UU., incluso en momentos de cobertura directa.
Además, Trump se comprometió a erradicar las redes criminales que operan en el país, apuntando a organizaciones como Tren de Aragua y MS-13. Las estadísticas del Departamento de Justicia indican que más de 150,000 inmigrantes ilegales han sido arrestados, incluyendo a miembros conocidos de estas organizaciones delictivas. La designación de estas bandas como organizaciones terroristas parece haber proporcionado un marco legal para actuar con mayor contundencia contra el crimen organizado.
El tema de las deportaciones también ha sido un foco relevante. Prometió llevar a cabo la «mayor operación de deportación en la historia» y ha reportado una cifra de 139,000 deportaciones en su período inicial. Estas acciones se han contrastado con las cifras de administraciones anteriores, mostrando un incremento significativo en la detención de criminales indocumentados.
Otro compromiso relevante fue el de acabar con programas que, según Trump, favorecen a inmigrantes ilegales, incluidos cambios en las políticas de asistencia social. La administración ha promulgado órdenes ejecutivas que terminan con los beneficios federales para estos grupos, buscando desincentivar su llegada al país.
La construcción del muro fronterizo también ha tenido su protagonismo en esta narrativa. Trump anunció la reanudación de los trabajos de construcción y el llenado de los espacios vacíos existentes en la frontera. Con más de 85 millas de barrera nombradas en diversas fases de planificación y ejecución, este proyecto sigue siendo un símbolo central de su política de control migratorio.
Sin embargo, no todos están convencidos de que estos resultados cumplen con las expectativas o las necesidades del país. Expertos en migración y derechos humanos han expresado su preocupación por las condiciones en que se producen estos arrestos y deportaciones, así como por el impacto de estas políticas en la vida de miles de personas vulnerables.
Este análisis de las promesas emitidas y los resultados obtenidos hasta ahora sugiere un enfoque decidido de la administración de Trump hacia la inmigración y la seguridad fronteriza. La narrativa oficial se basa en cifras que destacan logros, aunque el debate sobre la efectividad y humanidad de estas políticas sigue abierto en la sociedad estadounidense.
Fuente: WhiteHouse.gov