En un episodio reciente de La revuelta, David Broncano, conocido por su estilo directo y cuestionario incómodo, se encontró con un desafío inesperado: Dennis González, un joven nadador olímpico de apenas 21 años, se negó a responder las preguntas típicamente intrusivas que el presentador suele hacer a sus invitados.
Broncano, que se ha convertido en una figura destacada en el access prime time de Televisión Española, abrió la conversación con su habitual serie de preguntas sobre la vida íntima de González: «Relaciones sexuales en los últimos 30 días. Cuenta, foll** un punto, ya lo sabéis como va. Petting*, 0.6 puntos, y masturbación, 0.5 puntos». La incomodidad de la situación era palpable, especialmente cuando González intentó desviar el tema, preguntando a Broncano si alguna vez le habían hecho una pregunta similar.
Sin embargo, el deportista no se quedó ahí. En un giro inesperado, propuso un juego que rápidamente puso al propio Broncano en aprietos. La dinámica era sencilla: ambos debían escoger un número del 1 al 10 y, si coincidían, el presentador tendría que responder la temida pregunta sobre su vida personal. Si la elección era diferente, la audiencia se quedaría sin respuesta.
La tensión creció cuando Broncano y González revelaron sus números. El primero escogió un 7 y su invitado, un 8. Con eso, el joven nadador eludió exitosamente una pregunta que ha hecho sudar a muchos otros en el mismo lugar, provocando risas y aplausos entre el público presente en el plató. «Pero como he estado a un solo punto, cuentan las pajas, al menos», intentó justificar Broncano, en un intento por recuperar su imagen de entrevistador perspicaz, pero su comentario fue recibido con una fuerte ovación del público, que celebró el inédito ‘zasca’ aplicado al presentador.
Este episodio subraya cómo, a veces, los roles se invierten en el mundo de las entrevistas. Broncano, quien suele ser el que saca a relucir secretos y anécdotas, se vio ante un invitado que lo desafió y logró salir airoso, convirtiendo una situación que podría haber sido embarazosa en un momento cumbre de humor y camaradería. En un medio donde las preguntas personales pueden traspasar límites, la habilidad de González para manejar la situación dejó su huella, recordando a todos que el arte de la conversación también puede ser jugado, no solo dominado.