Noche de acalorado debate en Telecinco. La segunda entrega de Demos: el gran sondeo, el espacio televisivo dirigido por Risto Mejide, se sumergió de lleno en las aguas turbulentas de la actualidad nacional, poniendo el foco en dos de los temas que marcan la agenda mediática y social de España: los devastadores efectos de la DANA en Valencia y las acusaciones de acoso sexual que salpican al político Íñigo Errejón.
El platillo fuerte de la noche llegó con el tratamiento del delicado asunto del abuso y la violencia de género. Entre los 300 ciudadanos invitados a participar y compartir sus opiniones, se generó un tenso debate que sacudió los cimientos del foro de Demos. Los testimonios de mujeres de diversas edades, que relataron sus experiencias como víctimas de la violencia machista, pusieron la sala en un estado de alerta emocional y cognitiva.
Álvaro, un periodista de 34 años, tomó la palabra para reflejar una ácida autocrítica sobre el papel que juegan los hombres en la perpetuación de esta lacra social. "Estamos en una espiral del silencio… somos cómplices," afirmó, subrayando la responsabilidad colectiva en casos de violencia de género. Sus palabras, que buscaban sacudir conciencias, degeneraron en un encendido intercambio cuando sentenció que "todos nosotros somos potenciales violadores," un comentario que, lejos de pasar desapercibido, encendió la mecha de la controversia.
Marco, un italiano de 49 años, se posicionó rápidamente como el contrapunto a Álvaro. "No todos los hombres somos monstruos," replicó, intentando poner freno a generalizaciones que consideró peligrosas y contraproducentes. Lo que siguió fue un rifirrafe que escaló rápidamente, enriqueciendo el debate, pero también evidenciando la complejidad y las profundas divisiones que rodean la discusión sobre la violencia de género.
La tensión alcanzó su cenit cuando María, otra de las invitadas, acusó a Álvaro de ser "un cínico" por sus afirmaciones, defendiendo que las estructuras patriarcales son el verdadero caldo de cultivo de la violencia sexual. Marco, por su parte, trató de suavizar la conversación argumentando que, así como existen hombres y mujeres que perpetran actos reprobables, hay muchos que luchan día a día contra la injusticia y la desigualdad.
En medio de esta atmósfera cargada, Risto Mejide se erigió en un observador agudo, dejando que las voces de sus invitados fluyeran libremente, aunque siempre bajo el paraguas de respetar el turno de palabra y mantener el decoro. Demos: el gran sondeo volvió a demostrar, en esta emisión, su capacidad de poner el dedo en la llaga de temas dolorosos y necesarios, promoviendo un diálogo que, aunque espinoso, se antoja indispensable en los tiempos que corren.