Ciudad Real Vuelve a Acompañar a la Virgen del Prado en una Emotiva Procesión
El fervor y la devoción volvieron a inundar las calles de Ciudad Real con motivo de la procesión de la Octava de la Virgen del Prado, patrona de la capital. Una multitud de personas se congregó para acompañar a la Virgen en el final de la Feria de agosto, en su honor.
A las ocho en punto de la tarde, las puertas de la catedral se abrieron, marcando el inicio del tradicional recorrido. Los primeros fieles encabezaron el cortejo, mientras los devotos que abarrotaban el Prado esperaban con expectación. Media hora más tarde, apareció la imagen de la Virgen del Prado, salida del templo entre aplausos y vivas, acompañada por las máximas autoridades civiles, religiosas y militares.
Francisco Cañizares, alcalde de Ciudad Real, encabezó la amplia representación de la corporación municipal en la procesión. El concejal de Juventud y Deportes, Pau Beltrán, desempeñó un papel destacado una vez más, portando el estandarte con la bandera de la ciudad, acompañado por dos maceros. La participación de las autoridades realzó aún más este evento tan significativo para los ciudadrealeños.
El día de la Octava estuvo lleno de momentos emotivos, siendo uno de los más destacados la “petalada” en la Plaza Mayor, organizada por la Asociación de Dulcineas y Damas Manchegas. Este acto simbólico de cariño y respeto hacia la Virgen iluminó la jornada, generando una atmósfera de alegría y devoción entre los asistentes.
Siguiendo la tradición, al finalizar la procesión, llegó el momento del relevo del Hermano Mayor de la Hermandad de la Virgen del Prado. Miguel Ángel de la Oca entregó el testigo a Prado Rivera, quien se convierte en la primera mujer en ostentar este cargo. Este hecho histórico se vivió con emoción y fue recibido con aplausos por parte de la comunidad.
La Octava de la Virgen del Prado es, sin duda, una celebración profundamente arraigada en el corazón de Ciudad Real. Este evento anual no solo resalta la devoción religiosa de sus habitantes, sino también su capacidad para unirse y rendir homenaje a su patrona en una muestra compartida de tradición y fe.
