La noticia del fallecimiento del Papa Francisco ha conmovido al mundo, marcando el fin de un pontificado de doce años que no solo se destacó por su origen «del fin del mundo», como él mismo se describió al ser elegido el 13 de marzo de 2013, sino también por su empeño en dirigir una «Iglesia pobre para los pobres». Desde el primer momento, el hasta entonces cardenal Bergoglio propuso reformas significativas en la Santa Sede, buscando una iglesia más transparente y efectiva.
Durante su papado, Francisco encaró numerosos desafíos, entre ellos, los esfuerzos por erradicar la corrupción dentro de la Iglesia Católica, el centralismo vaticano y las graves acusaciones de pederastia que han manchado el nombre de la institución por décadas. Estas batallas internas le granjearon oposición y críticas, pero también el respeto y la admiración de muchos fieles y observadores alrededor del mundo.
Uno de los logros más notables de su pontificado fue la completa reforma de la gestión financiera del Vaticano, que anteriormente estaba plagada de irregularidades. Al establecer la Secretaría de Economía, Francisco aseguró que las cuentas del Vaticano se hicieran públicas, en un esfuerzo por restaurar la confianza y promover la transparencia.
La lucha contra la pederastia ocupó un lugar central en su agenda. Desde su elección, el Papa se comprometió en erradicar este mal de la Iglesia, estableciendo la Comisión Pontificia para la Protección de Menores y exigiendo un informe anual sobre los esfuerzos contra los abusos. Sin embargo, su viaje a Chile en 2018 marcó un momento crítico, enfrentando fuerte oposición y críticas por su manejo inicial de los casos de abusos en el país.
Francisco también se esforzó por modernizar la administración vaticana a través de la promulgación de la nueva constitución «Praedicate Evangelium» (Predicad el Evangelio), que reformó significativamente la curia romana. Además, diversificó el colegio cardenalicio, incluyendo más representantes de Asia y África, y promovió un lenguaje inclusivo abordando temas como la pobreza, la migración y la defensa del medio ambiente.
A pesar de sus esfuerzos por impulsar el cambio, Francisco enfrentó resistencia de los sectores más conservadores dentro de la Iglesia. La publicación de una carta abierta por parte de cuatro cardenales expresando sus dudas sobre algunos de sus escritos, y la circulación de un memorando crítico, escrito por el cardenal George Pell, reflejan las tensiones que marcaron su papado.
El legado de Francisco será recordado por su empeño en guiar a la Iglesia hacia una era de mayor transparencia, inclusión y reforma, a pesar de las adversidades internas y externas. Su visión de una «Iglesia pobre para los pobres» y su llamado a la misericordia y la comprensión hacia aquellos en las «periferias existenciales» de la sociedad han dejado una huella indeleble en la historia de la Iglesia Católica.