En una jornada marcada por tensiones y violencia, lo que comenzó como una manifestación pacífica de jubilados en Buenos Aires, se transformó en escenario de lo que muchos ya consideran la represión policial más severa desde la asunción de Javier Milei a la presidencia de Argentina en diciembre de 2023. Este miércoles, el frente del Congreso Nacional se convirtió en el epicentro de violentos enfrentamientos entre fuerzas de seguridad y manifestantes, dejando un saldo preocupante de 120 detenidos y 45 heridos, uno de ellos en estado crítico.
Los jubilados, hartos de enfrentar condiciones de pobreza debido a ingresos insuficientes, se congregaron una vez más para exigir ajustes en las pensiones y la extensión de una moratoria previsional que beneficia a aquellos sin años cotizados suficientes. Sin embargo, esta vez, su clamor se vio intensificado por el apoyo de hinchas de fútbol, varios sindicatos y movimientos sociales.
La espiral de violencia inició aproximadamente a las 16:30 hora local, cuando las fuerzas de seguridad, ya dispuestas en las adyacencias del Congreso, procedieron a disolver por la fuerza la concentración. Los agentes utilizaron gases lacrimógenos y palos contra los manifestantes, quienes hasta ese momento bloqueaban pacíficamente las avenidas Rivadavia e Hipólito Yrigoyen. La respuesta de algunos de los presentes no se hizo esperar, lanzando piedras hacia los efectivos.
La cruda realidad de estos enfrentamientos no solo se vivió en las calles, sino que también resonó en los cánticos de los manifestantes, criticando duramente al gobierno de Milei y a las acciones represivas de las fuerzas del orden. «Qué triste debe ser tener que pegarle a un jubilado para poder comer», se escuchaba en medio del caos.
Testimonios de los presentes reflejan la profundidad de la crisis. Héctor, un jubilado que lucha por un retiro digno, expresó su indignación al señalar que están defendiendo sus derechos frente a un gobierno que perciben como opresor. Por otro lado, la confluencia de hinchas de fútbol en la protesta evidencia la amplitud del descontento social, con voces como la de Carlos, quien a sus 75 años, se mostró dispuesto a sacrificarlo todo por un futuro más prometedor para las próximas generaciones.
El Ministerio de Seguridad Nacional, que había advertido previamente sobre las restricciones a las manifestaciones violentas o cortes de calle, no ha logrado evitar que la situación escale a niveles preocupantes de violencia y represión.
La jornada del miércoles deja una herida profunda en el tejido social argentino y plantea serios cuestionamientos sobre la gestión de enfrentamientos civiles y el derecho a la protesta en una sociedad profundamente polarizada y golpeada por la crisis económica. La solidaridad mostrada por distintos sectores hacia los jubilados refleja una conciencia colectiva sobre la necesidad de proteger los derechos de los más vulnerables, en un contexto político cada vez más complejo y desafiante.