Alberto Chicote llegó a Gran Canaria el pasado 29 de noviembre con la energía y el entusiasmo que lo caracterizan. Su participación en el Atresplayer Day lo colocó en el centro de atención de un evento que puso a la isla en la mira del mundo audiovisual, reuniendo a creadores y seguidores de la importante plataforma del grupo Atresmedia. Entre los aspectos más destacados de su intervención, el chef y presentador compartió su perspectiva sobre la esperada emisión de las campanadas de fin de año, evento que co-presenta con Cristina Pedroche.
En un ambiente distendido, Chicote se dejó llevar por la emoción de lo que representa la noche del 31 de diciembre. A pesar de haber compartido este momento con Pedroche durante más de una década, su entusiasmo no parece haberse desvanecido. «La ilusión por estar en la Puerta del Sol sigue siendo la misma «, afirmó, reconociendo que la reciente captura de la primera promoción del evento los hace sentir que cada año están dispuestos a superarse. Este 2024-2025 será particularmente especial, ya que las campanadas serán transmitidas no solo por Antena 3, como es habitual, sino también por La Sexta y Atresplayer, un hito que promete mayor visibilidad y desafío.
La complicidad entre Chicote y Pedroche es innegable. En un momento divertido de la conversación, el chef confesó que aún no ha visto el vestido de Cristina, algo que se ha convertido en una tradición y un secreto que ambos disfrutan. “Me entero en el mismo momento que todos”, dijo, riendo al recordar las reacciones que provoca su compañera en cada retransmisión. Para Chicote, es un ritual que aumenta la magia de la noche, y aunque cada año promete ser especial, su confianza en el trabajo de Pedroche es inquebrantable.
A medida que se acercaba la noche de fin de año, Chicote no pudo evitar reflexionar sobre la competencia que representa para ellos la pareja de Andreu Buenafuente y Silvia Abril. Reconoció su profesionalismo y añadió que tener “tan buenos rivales” es un aliciente que eleva el nivel de la celebración. La rivalidad en la misma calle les proporciona un elemento extra de emoción, formando parte de un espectáculo que abarca mucho más que simplemente llegar a la cifra de audiencias.
De hecho, la presión mediática y la atención del público son aspectos que Chicote maneja con la madurez de quien ha estado en el ojo del huracán durante años. “Después de diez años, ya no me afecta”, explicó, afirmando que con Pedroche ha logrado crear una conexión que les permite disfrutar del evento sin las tensiones que implicaba al principio. Juntos, han conseguido convertir las campanadas en una tradición que une a miles de españoles en la entrada del nuevo año.
El toque personal de Chicote es inconfundible. Aunque su pasión por el trabajo es evidente, también admite que la familia a veces se siente ausente en esas fechas tan significativas. La solución, sin embargo, no es ser parte de una gala lejos de casa, sino compartir esos momentos con su círculo más íntimo, incluyendo a su esposa e hijos, que son igualmente parte de su vida laboral.
Al abordar la evolución de las audiencias, Chicote comparte un sentimiento de curiosidad. Cada año representa una nueva oportunidad, y más que preocuparse por los números, prefiere enfocarse en la calidad del espectáculo. La satisfacción de saber que el trabajo se ha hecho bien es lo que realmente importa, más allá de los resultados en términos de visualización.
Con un futuro vibrante por delante, Chicote también reflexiona sobre su propio camino en la televisión y las tendencias emergentes, como la reciente reactivación de «Top Chef» en TVE, que promete ser algo diferente al original. Aunque curioso y expectante, su enfoque sigue siendo el de tener claro que el verdadero «Top Chef» implica la participación de los mejores cocineros y no simplemente un cambio de formato.
Así, Alberto Chicote se prepara para otro fin de año, no solo como un compromiso profesional, sino como una celebración colectiva que resuena en el corazón de tantos. Su papel en la televisión trasciende la simple presentación; se trata de participar en el ritual anual que conecta a una nación entera, un momento de magia que embriaga de emoción y esperanza a todos los españoles al paso a un nuevo año.
