El pequeño municipio de Chera, ubicado a 14 kilómetros de Molina de Aragón y con apenas media docena de habitantes en invierno, ha estado pendiente del cielo más que nunca en los últimos días, tras los estragos causados por una DANA que ha dejado huella en esta entidad local menor. Las intensas lluvias del pasado viernes 30 de agosto provocaron una concentración inusitada de agua en el barranco que lleva a Chera, resultando en daños significativos en caminos, viviendas, cocheras, la ermita, el cementerio y algunos cultivos.
El alcalde de Chera, Javier Calvo, ha expresado la creciente preocupación de los residentes, quien señala que la tierra aún está «muy empapada de agua, y cada gota que cae resbala». Este fenómeno natural ha generado un temor colectivo en el municipio ante la posibilidad de que se repita la situación, especialmente porque un camino que actúa a modo de presa podría verse comprometido. «Si el barranco viene lleno, se va comiendo el terreno y podría llegar a reventar, causando un grave problema», advierte Calvo en declaraciones a Diario CLM.
Los efectos de la tormenta no se limitaron a una única noche, sino que se extendieron a lo largo del fin de semana, dejando a muchos de los habitantes mayores de Chera recordando inundaciones de magnitud similar que no habían presenciado en años. Los daños en el cementerio son particularmente preocupantes; algunas tumbas, lápidas y cruces han resultado afectadas por el agua torrencial, lo que ha llevado a los vecinos a actuar para remediar la situación, aunque se enfrentan al reto de realizar reparaciones que no son competencia de otras administraciones.
Ante este contexto, la Diputación ha iniciado contactos con el municipio para abordar la reparación de los caminos afectados, mientras que se ha solicitado la intervención de la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT) para examinar el estado del barranco, que está dentro de su jurisdicción. Aunque se han enviado técnicos para evaluar los daños, Calvo destaca la urgencia de que la CHT refuerce los laterales del camino que actúa como presa y que ha mostrado insuficiencia en su capacidad de desagüe.
La sensación de inquietud se apodera de los residentes de esta pequeña pedanía, dado que el agua puede «bajar en dos minutos y no da tiempo a nada», reiteró el alcalde, recordando las tragedias ocurridas en Yebra y Almoguera hace décadas y esperanzándose en no tener que lamentar situaciones similares en esta empobrecida zona de la Sierra. La comunidad local se encuentra a la espera de asistencia para manejar la situación, con la esperanza de que no se repitan los devastadores efectos de la reciente torrentada.
