Castilla-La Mancha respira: Tajo y Guadiana rozan el 60 % de agua embalsada, pero el Segura sigue en situación crítica

La última fotografía de los embalses españoles deja una sensación agridulce en Castilla-La Mancha. A nivel nacional, la reserva hídrica está al 54 % de su capacidad, con 30.274 hectómetros cúbicos (hm³) almacenados y una subida de 126 hm³ en la última semana. Son 1.637 hm³ más que hace un año y, sobre todo, 4.658 hm³ por encima de la media de la última década, lo que supone un respiro evidente tras varios años muy complicados.

Sin embargo, cuando se baja al detalle de las cuencas que riegan Castilla-La Mancha, el panorama es desigual: Tajo y Guadiana se comportan mejor de lo habitual, el Júcar aguanta en torno a la mitad de su capacidad y el Segura continúa en niveles muy bajos, con poco más de una quinta parte de agua embalsada.


Tajo y Guadiana, por encima de su media histórica

El Tajo, del que dependen la cabecera de la región y buena parte del abastecimiento urbano e industrial, alcanza los 6.479 hm³ almacenados sobre una capacidad total de 11.056 hm³. Es decir, se encuentra al 58,6 %, por encima de los niveles de hace un año (6.248 hm³) y también por encima de la media de los últimos diez años (5.103 hm³).

La situación es similar en el Guadiana, clave para los regadíos y los espacios naturales de La Mancha y Campo de Calatrava. Sus embalses suman 5.541 hm³ sobre un máximo de 9.538 hm³, lo que equivale a un 58,1 % de llenado. Hace un año apenas se llegaba a 3.942 hm³ y la media de la última década se sitúa en 3.815 hm³, por lo que el aumento es significativo.

En la práctica, estos datos suponen un pulmón extra para el abastecimiento urbano y los regadíos tradicionales de Castilla-La Mancha de cara a la campaña de 2026. No significa que desaparezcan las restricciones o que estén garantizadas varias campañas consecutivas, pero sí que el punto de partida es sensiblemente mejor que el de hace dos o tres años, cuando muchas masas de agua de la región estaban en situación oficial de sequía prolongada.


El Júcar resiste, pero el Segura preocupa

El Júcar, que también tiene una presencia importante en la comunidad, se sitúa en 1.421 hm³ almacenados frente a una capacidad de 2.846 hm³, lo que supone un 49,9 %. Está ligeramente por encima de los niveles de hace un año (1.389 hm³) y por encima de la media de la última década (1.206 hm³).

Aunque no se trata de una situación de abundancia, estos números permiten afrontar el próximo año con algo más de margen para el riego y el mantenimiento de caudales ecológicos, siempre que las precipitaciones de invierno y primavera acompañen.

El punto negro vuelve a ser el Segura, cuenca tradicionalmente tensionada y de la que también depende parte del sureste de Castilla-La Mancha. Sus embalses apenas almacenan 241 hm³ de un total de 1.140 hm³, es decir, un 21,1 % de su capacidad. La cifra es prácticamente calcada a la del año pasado (231 hm³) y se mantiene por debajo de la media de los últimos diez años, que ronda los 303 hm³.

Este déficit en el Segura mantiene la presión sobre los usos agrarios más intensivos, especialmente en el regadío de alto valor añadido, y añade incertidumbre a la planificación hidrológica en una zona donde cada hectómetro cúbico cuenta.


Más agua que otros años… pero en un contexto de clima extremo

Los datos llegan tras varias semanas de precipitaciones abundantes en la vertiente atlántica, que han regado con fuerza el norte y el oeste peninsular. La máxima registrada se dio en Bilbao, con 109,3 milímetros en un solo episodio. En el interior y en buena parte de Castilla-La Mancha la lluvia también ha hecho acto de presencia, aunque de forma más irregular.

Los técnicos recuerdan que hablar de embalses por encima de la media decenal no garantiza estabilidad a medio plazo. La región está inmersa en un escenario de sequías más recurrentes y fenómenos meteorológicos extremos, lo que obliga a gestionar cada reserva con mucha más prudencia que en el pasado.

En este contexto, la combinación de mayor consumo urbano, presión agrícola y necesidades ambientales obliga a afinar la planificación. Las confederaciones hidrográficas y la Junta de Comunidades deberán seguir de cerca la evolución del invierno para decidir, ya en primavera, el margen real para regadíos y trasvases.


El papel de Castilla-La Mancha en la “España embalsada”

Castilla-La Mancha es una de las comunidades que más agua almacena y más agua cede al resto del país, gracias a los grandes embalses de cabecera del Tajo y del Guadiana. El hecho de que ambas cuencas superen ahora la media de los últimos diez años da cierto oxígeno, pero también reabre debates recurrentes como la gestión del trasvase Tajo-Segura, las necesidades del regadío en la cuenca alta o la protección de espacios como las Tablas de Daimiel.

Con un total peninsular de 30.274 hm³ embalsados frente a una capacidad de 56.043 hm³, España se mueve en una “zona intermedia”: lejos de la alerta roja vivida en otros años, pero todavía sin poder bajar la guardia. Para Castilla-La Mancha, el mensaje es doble: la situación es mejor que en campañas anteriores, pero sigue siendo imprescindible ahorrar agua y modernizar los usos.

En los próximos meses, las nuevas borrascas y posibles episodios de nieve en sistema Central e Ibérico terminarán de dibujar el mapa real de cara al verano de 2026. Por ahora, los embalses del Tajo, Guadiana y Júcar ofrecen un respiro a la región, mientras que el Segura continúa recordando que, en materia de agua, Castilla-La Mancha mira siempre de reojo a lo que ocurre también fuera de sus fronteras.

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