En una reciente aparición que acaparó todas las miradas y generó controversia en el mundo del espectáculo y las redes sociales, Carmen Lomana se vio en el centro de un torbellino mediático debido a sus comentarios sobre el suicidio y la viudez, plasmados en un sugestivo titular de la revista Diez Minutos: «Cuando me quedé viuda, no me suicidé por estética». Este comentario provocó un inmediato rechazo y abrió un intenso debate sobre la banalización de temas tan serios como la depresión y el suicidio.
Durante una revisión matinal del programa «Espejo Público» de Antena 3, la presentadora Susanna Griso no tardó en calificar el titular como una «banalización del suicidio», señalando que para aquellos que luchan contra la depresión y consideran el suicidio, la estética es lo último en lo que pensarían. La polémica se avivó cuando Lomana acudió al programa para responder al alud de críticas, donde intentó justificar que sus palabras habían sido sacadas de contexto.
«No lo hice por pura frivolidad o por estética: si te cortas las venas, te van a encontrar llena de sangre; si no te tomas las pastillas suficientes, te puedes quedar de aquella manera; si te tiras por la ventana, te quedas como un dibujo animado… Estaba mal, pero no para quitarme la vida», fue lo que Lomana intentó explicar, aclarando que sus declaraciones completas intentaban reflejar un momento de vulnerabilidad y no de banalidad.
Las justificaciones de Lomana, sin embargo, no fueron suficientes para aplacar los ánimos de las críticas, entre ellas, las de Gema López y la propia Griso, quienes apuntaban a la responsabilidad de hablar públicamente sobre el suicidio y la depresión con el cuidado y la seriedad que estos temas requieren. «Está fuera de contexto completamente», insistía Lomana, a lo que López respondió: «No, lo frivolizas tú. Ya está bien de acusar a la prensa de que lo saca de contexto».
Más allá de los intentos de Lomana por aclarar su posición, parecía claro que sus comentarios, aún si se pretendían humorísticos o ligeros, tocaban una fibra muy delicada en la sociedad actual, donde el debate sobre el bienestar mental y la prevención del suicidio ha ganado un espacio crucial en el discurso público.
El episodio sirvió, quizás involuntariamente, para destacar la importancia de abordar dichos temas con la profundidad, respeto y sensibilidad que merecen. La controversia no solo subrayó las percepciones y los tabúes que aún rodean al suicidio y la salud mental, sino también la responsabilidad de figuras públicas, medios de comunicación y la sociedad en su conjunto, de contribuir a un entendimiento y enfoque constructivo en torno a estos asuntos críticos.