La Dirección General de Ordenación Agropecuaria ha dado a conocer una resolución que establece el Plan de Vigilancia y Control de la fiebre Q en Castilla-La Mancha, una zoonosis que se encuentra incluida en la lista única de la Organización Mundial de Sanidad Animal y que es reconocida por su amplia distribución a nivel global.
Este Programa tiene como objetivo implementar medidas que contribuyan a reducir la prevalencia de la fiebre Q en rumiantes domésticos, lo que a su vez disminuirá el riesgo de brotes en la población. En el caso de que se detecte un rebaño positivo, se deberán llevar a cabo una serie de acciones, como el aislamiento de los animales durante los periodos de pre y post parto, siempre que sea posible en naves separadas o al menos en corrales diferenciados, comenzando una semana antes de la fecha prevista del parto. Este aislamiento se mantendrá hasta 15 días después del parto, y las instalaciones utilizadas para este proceso deberán ser limpiadas y desinfectadas con productos adecuados.
Asimismo, se contempla la retirada y destrucción adecuada de placentas, fetos y otros anejos del parto. Estos anejos, especialmente en casos de abortos o partos, son reconocidos como la principal fuente de mantenimiento de la infección, ya que se excretan millones de bacterias.
El manejo del rebaño también implica que el personal encargado de los animales en las épocas de pre y post parto utilice ropa y calzado específicos para estas áreas, además de guantes y mascarillas. Aquellas personas que tengan contacto con los animales o los productos y residuos de la explotación deberán seguir protocolos de bioseguridad, utilizando mascarillas y asegurando que la ropa y otros elementos que puedan estar contaminados sean debidamente limpiados y desinfectados.
Para garantizar la bioseguridad, se limitará la entrada de personas ajenas a la explotación ganadera mientras no se descarte la excreción del agente patógeno, manteniendo un registro de las visitas recibidas. Además, es fundamental proporcionar formación en bioseguridad y prácticas de higiene a las personas que acceden a la explotación, así como evitar la entrada de mascotas como perros y gatos, que podrían suponer un riesgo adicional.