Un niño de siete años ha fallecido en Jerusalén a causa del sarampión, convirtiéndose en la novena víctima mortal desde que se identificó un brote en mayo pasado. Este aumento de casos se ha relacionado con la baja cobertura de vacunación, especialmente en comunidades judías religiosas y ultraortodoxas. El menor presentaba una patología previa y solo había recibido la primera de las dos dosis recomendadas de la vacuna.
Las autoridades sanitarias han indicado que los anteriores fallecidos eran niños sanos que no habían sido vacunados, lo que intensifica la preocupación en un escenario donde actualmente dieciséis personas continúan hospitalizadas, ocho de ellas en estado grave. En respuesta a esta crisis, el Ministerio de Sanidad insiste en la necesidad de que todos los menores reciban las dosis correspondientes de la vacuna, especialmente en las áreas más afectadas.
El sarampión es una enfermedad altamente contagiosa que puede provocar graves complicaciones, incluso la muerte, sobre todo en niños pequeños. La situación en Israel refleja un fenómeno más amplio que afecta a diversas naciones, donde la desconfianza hacia las vacunas ha contribuido al resurgir de enfermedades que antes se creían erradicadas. La comunidad médica advierte sobre la importancia crítica de mantener altas tasas de vacunación para proteger a las poblaciones más vulnerables.
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