En un reciente diálogo con la agencia de noticias EFE, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha lanzado un llamado de atención sobre la actitud de Estados Unidos frente al conflicto en Gaza, argumentando que las medidas tomadas hasta ahora por Washington no han sido suficientemente firmes para persuadir a Israel de poner fin a las hostilidades. Borrell subrayó que, aunque la presión diplomática es esencial, la historia demuestra que Estados Unidos tiene en su arsenal estrategias más contundentes, como la restricción en la venta de armas a Israel, utilizadas previamente bajo las administraciones de Ronald Reagan y George H.W. Bush.
El diplomático europeo hizo referencia a dos momentos clave en los que Estados Unidos aplicó dichas medidas drásticas: cuando Reagan en 1981 suspendió un acuerdo estratégico con Israel en protesta por la anexión de los Altos del Golán y cuando Bush, en 1991, instó al Congreso a posponer un préstamo para Israel, en respuesta a la expansión de asentamientos destinados a judíos procedentes de la Unión Soviética. Estos precedentes, según Borrell, demuestran que en situaciones donde la diplomacia no alcanza los resultados esperados, existen otros medios de influencia.
Durante la entrevista, Borrell también destacó los desafíos humanitarios que enfrenta la región, con particular atención en la Franja de Gaza, que ha sido escenario de continuos bombardeos, llevando a más de 38.000 víctimas palestinas. Criticó además la incapacidad de conseguir que la ayuda humanitaria llegue a través del paso de Rafah, en la frontera con Egipto. Asimismo, expresó su inquietud por la situación en Cisjordania, que enfrenta su peor ola de violencia desde la Segunda Intifada (2000-05).
Borrell fue enfático al señalar que la situación en Gaza «no podía ser peor» pero lamentablemente sigue deteriorándose cada día. Subrayó la existencia de una «política determinada y premeditada de expulsión de los palestinos», lo cual complica aún más las posibilidades de alcanzar una salida pacífica al conflicto.
Esta crítica se suma a los crecientes llamados internacionales para que todas las partes involucradas en el conflicto retomen el camino del diálogo y busquen una solución pacífica. La visión de Borrell refleja la urgencia de adoptar un enfoque más robusto para gestionar una situación que no sólo amenaza la paz y seguridad de la región, sino que también pone en riesgo el bienestar de miles de personas inocentes atrapadas en el fuego cruzado.
