Un juego de ajedrez emocional en Valle Salvaje
La figura de don Hernando en Valle Salvaje, en la Casa Pequeña, aparece como un inesperado catalizador de la relación entre Bárbara y Leonardo. La relación entre estos dos personajes es un original juego de atracción y desconfianza que, en un momento dado, se vio transformada en un objetivo claro y rotundo, el de convencer al marqués para que abandonara la casa. De este modo, lo que parecía un seducido juego se ha convertido en una peligrosa complicidad que convierte cada palabra y cada mirada en una decisión calculada.
Sin embargo, don Hernando no es el tipo de hombre sujeto a manipularse, pues el noble parece tener una cierta intuición respecto al vínculo de su hijo con Bárbara, y aunque no lo acepta, hay algo en la joven que le interesa. Y por tanto, da un nuevo giro a la situación, porque mientras Bárbara y Leonardo parecen tener las riendas, el marqués también parece tener control del juego. ¿Quién manipula a quién en el juego de este ajedrez emocional?
Por otro lado, la situación de Bárbara con su habitual manipulación egoísta, a pesar de que, esta vez, deberá afrontar una nueva dificultad: la pregunta de si sus propios sentimientos por Leonardo son verídicos. Mientras tanto, Leonardo se tiembla ante el deber filial y en el amor irresistible por Bárbara. Su padre había sido omnipotente, pero ahora, por primera vez, se atreve a hacerlo, lo desafía por primera vez de forma indirecta.
Si don Hernando llega a imaginar con cuánta fuerza su hijo le echa mano a la rebelión, la desgracia podría ser irreparable. El capítulo deja en el aire un interrogante: ¿Podrán llegar a mantener la fachada, Bárbara y Leonardo o llegarán a caer por el peso de sus contradicciones? Con el marqués vigilando, el mínimo error puede precipitar un escándalo que será imposible frenar.