Lalachus nunca imaginó que un día se vería al frente del Grand Prix, un programa que marcó su infancia. Sin embargo, su reciente fichaje ha generado opiniones muy divididas. Mientras algunos críticos han cuestionado su elección, la humorista cuenta con el respaldo firme de Ramón García y de RTVE en este nuevo capítulo de su carrera.
Atravesar la tempestad de las redes sociales no ha sido fácil. Consciente de la polémica que desata su figura pública, Lalachus reconoce que ha aprendido a navegar en «una balsa de aceite» frente a los ataques. Desde su debut con las campanadas de RTVE, ha recibido insultos que no solo se dirigen a ella, sino a todas las personas que, como ella, están expuestas a los focos mediáticos.
«Al principio, me sorprendió», dice Lalachus en una reciente entrevista. «Siempre había mantenido un perfil bastante neutro en redes, pero ahora me doy cuenta de que las críticas no son personales. Insultan a todos los que están en el centro de atención, no solo a mí».
Frente a las adversidades, Lalachus intenta enfocarse más en lo importante: los pueblos que participan en el concurso, dejando claro que su rol como presentadora no responde a la controversia causada por la emblemática estampa de la vaquilla del Grand Prix en las campanadas. En enero, esta imagen llevó a que Abogados Cristianos denunciara a RTVE por “delito de odio y contra los sentimientos religiosos”, aunque la causa fue finalmente archivada. «Fue una situación muy jodida», confiesa, reflejando el impacto que esta controversia tuvo en su vida.
El momento fue desconcertante. «No había mala intención», asegura. «Solo queríamos celebrar que el Grand Prix es parte de nuestra historia televisiva». Aunque le han sugerido aprovechar el revuelo para hacer chistes al respecto, ha decidido no hacerlo. «No quiero meterme en más jaleos. Nunca fue algo intencionado», enfatiza.
Su compañero David Broncano fue un apoyo crucial durante esos días difíciles. «Él tiene un temple que te tranquiliza. Había momentos de asusto y confusión, pero el equipo de La revuelta me asesoró bien», comparte Lalachus, quien reconoce que su familia se preocupa por los ataques que recibe.
La crítica a su físico ha sido particularmente dura. «Lo he pasado peor por mis padres que por lo que digan de mí», revela. Lalachus reconoce que enfrenta una presión adicional como figura pública, donde se espera que exprese opiniones sobre temas políticos, aunque insiste en que no se siente capacitada para ello.
La humorista condena los ataques que recibe debido a su apariencia. «Me parece absolutamente ridículo. Siento que estamos retrocediendo en algunos aspectos. Hay una tendencia a reírse de los demás que debería ser controlada», afirma. Para ella, es fundamental que la televisión muestre cuerpos diversos y realice una representación más inclusiva.
«No soy una abanderada de la gordofobia», aclara. «Solo soy una mujer con sobrepeso haciendo televisión, disfrutando de la playa como cualquier otra persona. Es necesario normalizar que todos los cuerpos merecen ser vistos y aceptados». Con esa mentalidad, Lalachus avanza en su nueva aventura, con la esperanza de que su presencia en el Grand Prix no solo entretenga, sino que también inspire aceptación y diversidad.