En un giro significativo en la política austríaca, el país se prepara para recibir un nuevo gobierno de coalición tras meses de incertidumbre. Este jueves se anunció un acuerdo entre el partido conservador ÖVP, el socialdemócrata SPÖ y los liberales de Neos, formando así una alianza inesperada que excluye al ultraderechista FPÖ, a pesar de haber sido este último el partido más votado en las elecciones legislativas de septiembre, con casi un 29% de los votos.
Christian Stocker, líder del ÖVP, está designado para asumir como el nuevo canciller del país, marcando así un cambio en la dirección del liderazgo austríaco. Bajo la bandera del “consenso y pragmatismo”, el nuevo gobierno tiene en su agenda puntos críticos como el endurecimiento de la política de asilo y la implementación de medidas de ahorro que buscarán consolidar el presupuesto y reducir el déficit, que en 2024 alcanzó el 4%.
Con un plan que prevé un ahorro de más de 6.300 millones de euros en 2025 y 8.700 millones en 2026, la coalición tripartita aspira a brindar estabilidad y progreso a Austria. Aunque los socialdemócratas y conservadores han compartido el poder en el pasado, esta es la primera vez que la formación liberal Neos, creada en 2012, participa en el gobierno, marcando un precedente en la política nacional.
La toma de posesión del nuevo gobierno está prevista para el próximo lunes, una vez que los partidos implicados finalicen los procesos de validación interna de este acuerdo. Esta novedosa coalición pone fin a cinco meses de parálisis política, siendo el primer gobierno tripartito en el país desde 1949.
Sin embargo, no todos ven con buenos ojos este nuevo pacto de gobierno. El líder del FPÖ, Herbert Kickl, ha criticado vehementemente la coalición, calificándola de «coalición de perdedores» y ha llegado a exigir elecciones anticipadas. Este descontento refleja la tensión política en Austria, exacerbada por el creciente respaldo popular al FPÖ, partido caracterizado por sus posturas euroescépticas y prorrusas, en un contexto de descontento económico y preocupaciones sobre la inmigración.
Las complicadas negociaciones tras las elecciones han reflejado las dificultades que enfrentan muchos países europeos para formar gobiernos estables. Esto, en medio de un panorama donde los partidos de extrema derecha ganan terreno, impulsados por el descontento económico y social.
El presidente austríaco, Alexander Van der Bellen, ha hecho un llamado a la unidad en estos tiempos turbulentos, destacando que los desafíos que enfrenta Europa, especialmente las crecientes tensiones con Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, requieren de un gobierno sólido y cohesionado. En un mundo que presenta cada vez más desafíos globales, la estabilidad política interna de Austria tiene ahora más importancia que nunca.