El pasado 21 de diciembre, Antena 3 encendió la controversia al abordar en su informativo de fin de semana la creciente preocupación por la publicidad en “La casa de los gemelos 2”. Presentado por Matías Prats y Mónica Carrillo, el programa apuntó que la exposición de marcas dentro de este reality show, emitido principalmente en YouTube, podría estar dañando su imagen. La crítica se centró especialmente en la falta de control sobre cómo y cuándo se presenta dicha publicidad, en contraste con los estándares más estrictos de la televisión tradicional.
Kiko Hernández, presentador del reality, no tardó en responder a estas acusaciones. En una defensa apasionada de su programa, Hernándes aseguró que los comentarios de Antena 3 eran un “ataque” que reflejaba su inquietud por la pérdida de negocio ante la emergente popularidad de plataformas digitales. Con determinación, dijo que la cadena estaba “mintiendo” al afirmar que las marcas temían aparecer en contenidos virales.
Apenas cinco días después, la polémica cobró otra dimensión cuando Telecinco, bajo la conducción de Arancha Morales, también se hizo eco de la denuncia realizada por la Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC). La organización solicitó formalmente a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) que investigase si “La casa de los gemelos” respeta la normativa audiovisual que rige a los medios convencionales. Esta solicitud se desarrolló en un contexto mediático en el que las críticas a los comportamientos exhibidos en el programa, como actos de violencia y comentarios discriminatorios, han cobrado fuerza.
Morales subrayó que, a diferencia de la televisión convencional, donde tales contenidos están regulados, el reality permite “agresiones de todo tipo” y un uso excesivo de alcohol, planteando serias dudas sobre su adecuación a los principios de dignidad y valores humanos que la ley exige. La actitud provocadora del programa, sumada a su naturaleza desenfrenada y viral, contrasta notablemente con los estándares de responsabilidad esperados en el espectro televisivo.
En respuesta a las preocupaciones señaladas por la AUC, la cadena Mediaset, que produce el programa, se enfrenta a un dilema: equilibrar el atractivo del contenido escandaloso con la necesidad de adherirse a las regulaciones que salvaguardan a la audiencia. En el informe presentado, la AUC también mencionó que las marcas están inquietas por cualquier impacto negativo en su reputación que podría derivarse de su asociación con un programa que, según se ha expuesto, es cuestionado por sus contenidos.
Con la presión sobre las cadenas de televisión, no sólo en términos de audiencia sino también de responsabilidad social, la discusión sobre el futuro de la publicidad y la ética en los reality shows está lejos de terminar. Este debate refleja un cambio en la forma en que los espectadores consumen contenido y plantea preguntas críticas sobre el papel de las marcas en un entorno mediático cada vez más diverso y, a veces, caótico.

















