En un viaje que prometía lujo y exclusividad, el tren City of San Francisco, operado por Southern Pacific Railroad, se vio abruptamente detenido por una tormenta sin precedentes en la Sierra Nevada el 13 de enero de 1952. Lo que comenzó como un trayecto de ensueño entre Chicago y San Francisco, rápidamente se transformó en una pesadilla para los 226 pasajeros a bordo. Sin movimiento posible, el tren quedó sepultado por más de ocho metros de nieve, con las ruedas congeladas y sin esperanza de avance o retroceso.
La situación dentro del tren, inicialmente calmada, degeneró en desesperación a medida que las baterías se agotaron y el frío polar comenzó a infiltrarse en los vagones. Los pasajeros, buscando formas de mantener el calor, recurrieron a arrancar cortinas para envolverse y utilizar manteles como abrigos. No obstante, la odisea empeoró cuando los calentadores portátiles empezaron a liberar monóxido de carbono, exacerbando la ya precaria situación al provocar la evacuación de pasajeros intoxicados.
La esperanza comenzó a tomar forma cuando los esfuerzos de rescate se organizaron, aunque las severas condiciones climáticas presentaron desafíos casi insuperables. Equipos de rescate armados con quitanieves, esquíes y trineos tirados por perros se movilizaron en una carrera contra el tiempo. Un médico local incluso fue transportado a la escena en un vehículo especial para evacuar a aquellos en estados críticos de salud.
El desenlace de esta historia llegó el 16 de enero, cuando las mejoras en el clima permitieron que la evacuación se completara. Los pasajeros, exhaustos pero vivos, fueron trasladados a un albergue cercano, bajando la montaña envueltos en mantas. A pesar del agotamiento y las pruebas extremas a las que fueron sometidos, no se lamentaron pérdidas humanas entre los pasajeros. Desafortunadamente, el rescate cobró la vida de dos trabajadores que participaron en las labores de salvamento.
Este incidente dejó una huella indeleble en la memoria de quienes lo vivieron, como un testimonio de supervivencia y solidaridad humana frente a la adversidad. Mientras tanto, el Southern Pacific Railroad orquestó un tren especial para llevar a los sobrevivientes a su destino final en San Francisco, ofreciéndoles una cálida comida y el confort de haber sobrevivido a una odisea que estaría grabada en sus recuerdos para siempre.