En un perturbador incidente en un campus universitario a las afueras de Tokio, una estudiante perpetró un aparente ataque con martillo que dejó a ocho personas heridas el viernes, según informaron fuentes oficiales. El suceso tuvo lugar alrededor de las 16.00 hora local en el campus de Tama de la Universidad de Hosei, en Machida, al oeste de la capital japonesa. La presunta agresora, que ya ha sido detenida por las autoridades, se identifica como una estudiante de dicho centro e incidente ya está bajo investigación policial.
Las ocho víctimas, compañeros de la agresora, sufrieron heridas leves en diversos puntos del cuerpo y la cabeza. A pesar de las lesiones, se informó que todos los afectados permanecen conscientes y son capaces de hablar sin dificultades, lo que ha mitigado el temor a consecuencias más graves. La rápida respuesta de los servicios de emergencia fue capturada en imágenes que mostraban a múltiples ambulancias y vehículos policiales atendiendo a los heridos en el lugar de los hechos.
La estudiante, de 22 años, confesó a las autoridades que su acción fue motivada por la frustración y la ira al sentirse ignorada por el grupo. «Me enojé porque el grupo me ignoró, así que los golpeé con un martillo que estaba en la escuela», reveló a la policía, según declaraciones recogidas por la cadena pública NHK. Este testimonio delata el posible trasfondo emocional y social que condujo a este lamentable acto de violencia.
Este ataque no solo ha conmocionado a la comunidad universitaria sino también al país, reavivando el debate sobre la seguridad en los centros educativos y las medidas que se deben adoptar para proteger a estudiantes y personal. Japón, conocido por sus bajos índices de criminalidad, se enfrenta de vez en cuando a actos de violencia que sacuden a la sociedad, poniendo en tela de juicio las políticas de prevención y la capacidad de las instituciones para detectar y atender a tiempo las crisis personales que pueden desembocar en violencia.
Las autoridades y la universidad ya están tomando cartas en el asunto para revisar sus protocolos de seguridad y brindar el apoyo necesario a los afectados, al tiempo que la investigación sigue en curso para esclarecer plenamente las circunstancias y motivaciones detrás de este acto. Este evento trágico sirve como un recordatorio sombrío de la importancia de la atención a la salud mental y el bienestar emocional dentro de las comunidades educativas.